Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Quinientas palabras

02/05/2024

Después de asistir al vodevil protagonizado por Pedro Sánchez, en el que no han faltado los figurantes, la sobreactuación y hasta los personajes grotescos, entre los que destacan María Jesús Montero y Óscar Puente, cuya interpretación les aleja de la dignidad que debe tener un ministro de España, he llegado a la conclusión de que no soy de las buenas. Sí, queridos lectores, los sanchistas han decidido que nuestro país se divide entre buenos, ellos, y malos, lo demás. Y, decididamente, no soy de los suyos. Y anda que no me alegro.
Los que se autodefinen como "los buenos", los supuestos progresistas, incluido el llorón de Almodóvar, ya no son esos "pobre del mundo" por los que clamaba la Internacional, ese himno con el que concluyen sus actos, tal vez para autoconvencerse de que cerrando el puño son mejores que el resto. No, señores. Ustedes, "los buenos", viven en una realidad caprichosa y frívola, en la que manejan a los ciudadanos con total descaro para conseguir, tal vez, imponer una censura que ya se adivina en ese discurso de  Pedro, el enamorado, quien, en definitiva, lo que pretende es "hacer limpieza" y legislar contra los disidentes. ¿A qué les suena esto? Lo celebran los que han justificado escraches, han caricaturizado a gobernantes de otros signos y se han despachado a gusto  contra los que ellos denominan "fascistas" por el simple hecho de no compartir sus tropelías. ¿No es una infamia? Eso sí, quienes señalan a los diferentes son intocables y se rasgan las vestiduras cuando un juez decide investigar los tejemanejes de la señora del presidente. No queremos que Begoña Gómez se quede en casa, como en un ramplón discurso sugiere su marido, más que nada porque habita en un palacio que pagamos todos y con un servicio que también sale de nuestros impuestos. Ahora bien, que se beneficie del cargo de su esposo, es un auténtico insulto a esos ciudadanos que se parten el lomo trabajando y hacen auténticos malabarismos para llegar a fin de mes. 
No sean hipócritas, por favor, que Sánchez ha repartido indultos a los suyos, se ha saltado a la torera todas las reglas del Estado de Derecho y, por si fuera poco, en su afán feminista, escenifica una loa de ese amor romántico "que todo lo puede" y del que intentamos prevenir a nuestras chicas para que desarrollen su propia identidad frente a posibles abusos de sus parejas. Aquí está el feministo Sánchez, cual Romeo enamorado, con la melancolía de un caduco príncipe de cuento de hadas, ante el cual se ha rendido el propio García-Page. Vaya panorama, presidente.
Pues yo, como soy de las "malas" y he aprendido de los acosos del entorno de esa aventajada sanchista que tenemos cerca y ahora pretende ser maestra de la ética, bendito sea Dios, me preparo a resistir en la trinchera, recordando las palabras de Virginia Wolf: "No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente".  Y no necesito cinco días. Sólo quinientas palabras.