A Emiliano García-Page le tengo cariño. Le recuerdo como concejal de Juventud, en aquellos primeros avatares profesionales, en nuestra querida Toledo. Siempre ha sido un hombre cercano, hábil en lo suyo, que ha obtenido mayorías absolutas, incluso en momentos en los que su partido estaba de capa caída.
Ahora comparto su visión acerca de las políticas del PSOE a nivel nacional, su rechazo frontal a la gestión del sátrapa Pedro Sánchez, que se ha saltado las leyes a la torera y ha creado su propio reino, mientras los que le apoyan se aferran a cargos y a puestecitos que les harán vivir de manera privilegiada el resto de sus vidas, a veces despreciables. No voy a detenerme en la corrupción que ha consentido al abrigo de su seno ni en los indultos "generosos" que amparan a los suyos, quienes han hecho de su capa un sayo con el dinero de todos. La igualdad, esa que predican las socialistas ataviadas hasta las cejas de morado, se ha perdido. Ser catalán independentista te confiere pertenecer a una categoría superior, en la que se perdonan los delitos y se aplaude la malversación. ¿Eso no es corrupción?
No sé si Page puede obligar a los diputados de Castilla-La Mancha a votar contra la ley de amnistía. El acta es personal y cada uno de los parlamentarios socialistas de la región, bien podría decidir por sí mismo y en conciencia, si su voto ha de servir para profanar los principios constitucionales de nuestro Estado de Derecho. Ahí está la dignidad.
Lo que tengo claro es que el presidente de Castilla-La Mancha ha de mirar hacia dentro y darse cuenta de lo que está ocurriendo en su tierra, en la que manda con una soltura que, incluso, ha difuminado a la oposición. Al presidente le veo encantado de la vida con los datos de la Dependencia, que corean con genuina autocomplacencia los socialistas de la región, proclamando que Castilla-La Mancha está a la vanguardia del bienestar social. Reflexionen antes de lanzar semejantes lisonjas, que la consejera García, titular del área, está a punto de hacer buena a su predecesora, Aurelia Sánchez.
Porque esta buena mujer, que gestiona el departamento más sensible del Gobierno, quizá se jacte de poner en un pedestal a los niños, pero no olvidemos que una menor tutelada por la Junta se ha suicidado en Toledo hace unos días. Una tragedia que gobierno y oposición, perdonen si me equivoco, han dejado pasar sin escudriñar la realidad que esconde.
El otro gran estandarte de las políticas de la señora García son los mayores. Una farsa. Porque, amén del hurto del Hospitalito del Rey, a estas alturas, y con el caso en manos del Defensor del Pueblo, el colector que vierte aguas fecales en la residencia de Barber desde Navidad, no ha sido reparado. Eso sí, la consejera ha tenido a bien acercarse para contemplar las insalubres condiciones que rodean a un colectivo al que debería mimar. Espero que García-Page y García Torijano no se dejen embaucar por la frialdad de los datos y se acerquen al corazón de las personas a las que gobiernan. A ellas se deben.