Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Vendimia 2024. Excelente vino

11/11/2024

En una constante idea para nuestra protección o para nuestra seguridad, y con su máxima preocupación (nada real), en estar plena y constantemente sanos, así el sistema sanitario en un futuro realmente no haría falta, con la cantidad de adelantos que dicen que tienen en la sanidad y que, por lo visto, se ha avanzado mucho en pro del mantenimiento de la vida ¿No sé para qué?, cuando en verdad la vida es (inevitable) muerte (hoy día cien años más o menos, nada en la eternidad). Por ello, los vinos españoles todos, todos son excelentes, mientras el consumo interior, sigue descendiendo (por esa buena salud para el ser humano) ¿Por qué en verdad el vino a quién le importa? Ciertamente el vino en este país de producciones astronómicas de vino, de inmensos campos llenos de viñedos ya cada vez más se ven en una buena parte abandonados y perdidos, como en las cercanías del sureste de Madrid o en muchos campos de la región castellano-manchega cercanos a su capital, y también en tierras extremeñas y de una real y constante no afección al vino, en la inmensa masa de la sociedad, desde los más viejos y mucho menos los más jóvenes, por eso de la protección al menor y la salud. Todo da como resultado que, en verdad, aunque los estamentos «oficiales» que perviven de una manera muy, bueno esto me lo reservo, mantienen que, desde hace décadas, y año tras año, que la calidad de los «caldos» (que no vinos) es excelente, maravillosa, única, irrepetible, la mejor calidad nunca vista, que nunca se llegará a estas altas cotas, no de excelencia sino de grandiosa excelsitud, y eso desde hace décadas. Bien, poniendo ya una fecha, desde hace unos cincuenta años y con los resultados de tanta excelencia desde los últimos veinte, más o menos siguen siendo los consumos, el conocimiento del vino y su afección a nivel doméstico de este tremendo país, los mismos de hace cincuenta años. Todo casi igual, desde la base que no siente ese momento de excelencia como un éxito personal, por tanto, es como un fracaso general lleno de un desánimo ya secular, inserto en el ADN, de la mayoría de los viticultores, porque las cosas, no se han movido en cincuenta años, entonces ¿Realmente a quién le importa en verdad el vino? Porque la realidad es que un viticultor medio del centro peninsular en verdad percibe el mismo beneficio que sus padres en los años setenta, por eso, poco puede amar y animar a que su vino, zona o región sea identitaria del producto. Por ejemplo, cuando va a otro lugar ni exige su propio vino, porque también en la propia tierra de máxima producción con lo que se chatea habitualmente, es con las cervecejas», y el vino, a ver si se vende algo a granel, y así año tras año, y década tras década, y secularmente queja tras queja, pero no solo del agricultor o del bodeguero, sino hasta de los responsables de las decisiones, siempre en busca de un culpable y el mal seguirá…
 

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