Decía que si las uvas, entiendo que quedó claro que no eran las de este año, sino las de las próximas cien centurias, siendo optimistas. Es obvio que la discriminación hacia la mujer reside en lo más profundo de cada sociedad de cada país de cada rincón de este mundo. Se manifiesta desde la más absurda nimiedad de un día cualquiera a lo más atroz, salvaje e inhumano. Hace unos días, por remota casualidad, conocía un tipo que hasta ahora ignoraba: los medicamentos se han probado histórica y mayoritariamente en hombres, provocando que los efectos secundarios adversos sean más graves en mujeres e incluso que un fármaco no funcione como está previsto cuando lo toma una mujer. Leo que se intenta paliar esa discriminación desde hace unas décadas, pero, también, por ejemplo, que entre el 75 y 85% de las notificaciones en España referentes a efectos adversos de las vacunas contra el coronavirus provenían de pacientes femeninas, por no incluirnos en los ensayos. Les recomiendo que hagan una pequeña búsqueda sobre la digoxina. A esta se le podría llamar la violencia del olvido, un olvido como al que apelan quienes prefieren seguir enterrando una parte muy fea de la realidad siempre que así, ellos puedan continuar sus vidas. Y mientras una simple periodista se convierte en refugio de decenas o cientos de víctimas dándoles por fin voz, la que quieren y pueden, una señora dedicada a la interpretación con una formación en la materia directamente proporcional a su nivel declamatorio se atreve a vomitar un rosario de necedades entre los que podemos destacar «caza de brujas». La caza es la que sufren esas personas que ni siquiera encuentran un lugar seguro en las instituciones para acudir, tranquilamente, y denunciar, como osas encomendarles. Ella, afortunada de no haber sufrido jamás ningún capítulo de violencia, les chilla que vayan a los juzgados, que se dejen de redes y denuncias anónimas, porque ella, claro ella, confía en la Justicia y, así, en su máximo alarde de razonamiento inductivo entiende que a cualquier le va a ir bien yendo a denunciar, así de sencillo era. Que se lo diga a Juana Rivas y a sus hijos. Quizás es que Macarena no está al tanto de la actualidad pues vive en su mundo de alfombras rojas, acaso muy elegantes, pero que guardan más mierda que el palo de un gallinero.