Hace años que, en España y, en Castilla-La Mancha en concreto, no está permitido el intercambio de ideas sin una coz tirada directamente a la quijada del contrario que está en la oposición, a todo hacen oídos sordos.
En la mayoría de las ocasiones, muchas de las iniciativas de la oposición, no se aprueban simplemente por la falta de voluntad de quien gobierna, sólo por llevar la contraria. El gusto del 'rodillo por el rodillo' es el deporte de más baja estofa de las cortes regionales. Aquello de trabajar por el bien común es una leyenda urbana en Castilla-La Mancha.
Presentar iniciativas que provienen del diálogo con empresas, colectivos, asociaciones, investigadores, residentes de cualquier parte de Castilla-La Mancha se ha convertido en los últimos años en una constante, positiva, del grupo que dirige Paco Núñez en Castilla-La Mancha.
En cambio, en la orilla de Page, el no y el ninguneo totalitario del rodillo apesebrado, sin interés por lograr mejorar en los ránkings socioeconómicos españoles, simplemente, el día a día, el "tran-tran" porque así les ha valido para revalidar el gobierno.
Recuerden que sólo gobiernan por unos centenares de votos que volcaron las elecciones. Su poder es tan frágil como caduco. La población ya ve buena gestión, con mejoras de los servicios públicos, las infraestructuras, la limpieza en las calles incluso poniendo orden en las cuentas, otra vez.
El diálogo obliga a la interlocución entre gobierno y oposición, porque no todo lo que se propone está mal por definición. Lo que está mal es el negativismo que nos arrastra año tras año a los últimos lugares en PIB nacional, en renta per cápita o en inversiones patrimoniales.
Andalucía dio oportunidad a un gobierno que ha logrado mostrar que puede crecer a partir de sus propios potenciales, y demostrar que lo que parecía imposible, se puede llevar a cabo. Lo han hecho con gente de la tierra, con inversiones en el territorio, con una idea y un horizonte con las miras puestas en un futuro mejor. Sin complejos, sin ataduras, como le puede pasar también a Extremadura, como le pasa a Valencia o a Murcia, como será en Castilla-La Mancha en el 2027, cuando se demostrará que también se puede alcanzar, de la mano y con las iniciativas de los castellanomanchegos.