En septiembre no todo es volver, también está empezar. Entre esos posibles e impuestos comienzos está el que, desde hace un tiempo, por necesidades económicas, profesionales, personales y vete tú a saber qué más, se envuelve en el celofán de la enseñanza para evitar afrontar un asunto espinoso y más costoso llamado conciliación real.
La primera vez que me tocó ponerme al otro lado de la matriculación escolar, entre otras sorpresas, me topé con la de la nomenclatura: «Esta semana se abren las matriculaciones para el segundo ciclo de educación infantil». No iba conmigo, yo quería, más bien me tocaba, matricular por primera vez a mi hijo; será primer ciclo, de 3 a 6, lo que antes hacíamos de 4 a 6. Ya no sé quién me corrigió. No, primer ciclo es de 0 a 3, segundo de 3 a 6 años, tu hijo irá ya al segundo. Así supe que, por mi culpa, mi hijo se había saltado el primer ciclo de su educación haciendo pellas en casa con los abuelos.
Lo cierto es que sí hubo una pequeña incursión en el primero, pero el constipado infinito, en bucle, puso fin a una historia que, sinceramente, nunca quise empezar. Yo creo que duró tres meses; me dicen que sería más exacto contarlo en semanas. El caso es que, aunque no me hubiera tocado pagarlo, que es la gran apuesta de las administraciones para solventar la cuestión de que los bebés dependen de sus progenitores y estos, a su vez, de un sueldo, no viví ni un solo minuto de esa experiencia con la tranquilidad de que estaba conciliando, verdaderamente, la sensación se parecía más a estar abandonando. Las profesionales no podían ser más amables y entregadas, pero, por mucho que a este mundo no le vengan bien los pormenores, los bebés humanos siguen siendo mamíferos.
Comprendo, aplaudo, valoro la organización y decisión de cada familia al respecto, ahí, cero culpas, sobre todo las madres, por favor, que criar es arduo y complicado, lo que censuro es que se venda aumentar la inversión en escuelas infantiles de 0 a 3 como la solución a la conciliación. Escucharlo solo me invitar a volver a echar el Euromillón.