El 'flaneur' es un tipo literario de la Francia del XIX, al que en las calles parisinas se le distinguía por un conjunto de rasgos característicos; un personaje indolente, un escrutador urbano, un individuo que camina «a la deriva, con la nariz al viento, con las dos manos en los bolsillos y con un paraguas bajo el brazo, como corresponde a cualquier espíritu de mente abierta», en palabras del historiador y periodista francés Victor Fournel. No es en puridad un ocioso, un 'badaud', sino más bien se ha dicho que sería, en términos cinematográficos contemporáneos, el Gambardella de 'La gran belleza'. Es, en resumen, un individuo que disfruta deambulando cada día en la calle y que, si bien se mezcla con la gente, no abandona nunca su condición de observador cuidadoso.
Una figura que en nuestra época recuerda vagamente al 'flaneur' lo constituye el 'umàrel'. Esta palabra es la mutación premeditada de un vocablo del dialecto boloñés, originalmente utilizado de manera despectiva: 'umarel', término que se refiere a un hombrecito de mirada humilde y anónima que vaga por la ciudad. Esta palabra con una sola l nació en el siglo XX pues no se encuentra en los diccionarios del XIX dedicados al dialecto boloñés, donde sí aparecen con el mismo significado diminutivo términos como 'umein' o 'umarein' de modo que 'umarel' se transformó posteriormente en "umarell", como neologismo del siglo XXI y que resulta ser un 'boloñesismo' utilizado en toda Italia pero también en otros países, por ejemplo Suecia donde fue proclamada como una de las palabras del año en diciembre de 2024.
El diccionario Zingarelli define este sustantivo como «[vc. bolognese 'omarello, hombrecito' * 2007] s.m. (pl. inv. o pseudo-ingl. umarells) jubilado que deambula, la mayoría de las veces con las manos a la espalda, por los lugares de trabajo, comprobando, haciendo preguntas, dando sugerencias o criticando las actividades que allí se llevan a cabo».
El neologismo pretende dignificar esa práctica urbana, tan popular desde la caricatura humorística, de las personas, mayoritariamente hombres jubilados, que con una postura ligeramente encorvada y brazos a la espalda transcurren parte del día mirando obras y, a veces, también dando consejos. El 'umarel' es espectador de construcciones, evaluador de estructuras, opinador de maquinarias, juzgador de señales urbanas y crítico severo la dirección de obras; el espacio público, la obra, el tajo satisface las necesidades y afectos que para otros cubre la intimidad del hogar, tiene una mirada racional más que emotiva y se conforma con charlas y el intercambio de pareceres con los otros colegas con los que coincide en el mirador.
No es solamente una forma de entretenimiento, de pasar las horas del día, al mismo tiempo es una forma de socializar e incluso contribuir al beneficio general. Así lo han reconocido en diversas ciudades italianas; en Bolonia se ha denominada una plaza como 'La piazzetta degli umarells' y el concejal que presidió el acto de inauguración subrayó que dar ese nombre a ese espacio público es una forma de decir gracias a las muchas personas que cada día se comprometen gratuitamente por el bien común. Además esa función social puede tener una importancia económica, por ello hace unos años el ayuntamiento de Riccione destinó 11.000 euros a pagar a jubilados para que observasen las obras y controlasen la entrega de materiales para evitar fraudes.
Es un arquetipo familiar que ofrece tranquilidad, serenidad a quien a su vez les observa cuando transita con dificultades por las aceras en obras o por las plazas donde se construye un aparcamiento.