Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Cambiar de opinión

14/04/2025

Recuerdo que, en alguno de los debates en mi Colegio Mayor, uno de los temas tratados fue el hacer referencia a los cambios de opinión. El conferenciante nos indicaba que «Cambiar de opinión no tiene por qué ser una debilidad, sino, por el contrario, una muestra de crecimiento. Vivimos en una sociedad que premia la firmeza y la coherencia, lo que me parece correcto, pero no que lo haga hasta el extremo de que mantener una postura a toda costa y sin tener en cuenta argumentos que pongan en duda tu postura, fuera señal de fortaleza». En suma, nos venía a decir que «aferrarse a una idea, solo por orgullo, puede ser una forma sutil de estancamiento».
Quizás sea debido a esto que he sido un poco gallego en algunos debates y ante preguntas concretas he tenido el «depende» en mi boca más de lo normal. Pero ahora llevamos una temporada en que algunos líderes políticos, más o menos próximos, hacen doctrina con lo de cambiar de opinión. Y el summum de todos ellos es el Presidente Trump. Si sus decisiones, anunciadas a través de sus redes sociales y llevadas a cabo mediante Órdenes Presidenciales, han logrado desorientar a tirios y troyanos, sus «cambios de opinión» están dejando a todos ojipláticos ante lo que supone de modificar, de la noche a la mañana, decisiones que parecían inamovibles. Y así nos va, el dinero, que es miedoso, huye de las Bolsas, que marcan mínimos en todo el Mundo, los mandatarios de todos los países dudan ante que decisiones tomar. Quiere demostrar que el fuerte es él y que los demás han de funcionar cómo marionetas en su teatro de guiñol y a veces lo consigue. Yo tenía mi opinión de este señor como consecuencia de algunas de las decisiones que tomó a lo largo de su primer mandato. Han pasado algo más de cuatro años y he de reconocer que, con muy pocos matices, sigo pensando que los líderes políticos que no cambian de opinión pueden ser peligrosos por su inflexibilidad, pero los que cambian de opinión con frecuencia, pueden ser mucho más peligrosos todavía. Ser leales y coherentes, no son malos atributos en un gobernante.  

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