Quizá la gente que vivimos la transición, tenemos idealizadas formas, comportamientos y ética que prácticamente han desaparecido. No digo que durante esos años no existieran hechos vergonzosos cometidos por los que ocuparon el poder en cada momento ¡claro que los hubo, y no pocos!, es más, creo que mientras el hombre esté sobre la tierra, siempre existirá quién pretenda llevarse por la puerta de atrás una porción mayor de la que le corresponde. Pero, quizás por la ilusión de vivir en democracia, muchos asimilamos una especie de paraíso, fuera porque la educación que te habían inculcado había principios como la honradez, el sacrificio o la rectitud; a nadie se le pasaba por la cabeza defender, sin rubor alguno, el cambio continuo de opinión, el incumplimiento de la promesa hecha, el asalto a la división de poderes, la usurpación de la propiedad ajena y todo el oprobio que estamos viviendo.
Seguramente, en esos años hubo y de hecho así fue, quién se valió de la ilusión de la gente para embaucarla y timarla; pero no conozco ningún caso en el que, ni siquiera el timador, defendiera el timo y pregonara que desaparerá del código penal. Desgraciadamente hemos saltado todas las defensas y ahora se puede proponer sin ruborizarse la despenalización del golpe de estado, la legalización de la malversación y la ocupación de la propiedad ajena. Desgraciadamente no queda principio alguno con el suficiente fuste para resistir la embestida de quién sea dueño del BOE en cada momento.
A poco que analicemos la situación, concluiremos que en este momento, la ley es la pura voluntad sin límite alguno de quien ostenta el poder. Nunca el número de bufones sin moral ha sido tan grande hasta el punto de posibilitar que una sola persona sea capaz, con su colaboración, de maniatar a una sociedad entera. Nunca como ahora se ha podido legislar poniendo en la norma casi el nombre y los apellidos de su destinatario, sea para encumbrarlo, sea para derribarlo. Se colocan amigos y se elimina a los menos afines sin respetar norma ni decoro de ningún tipo. Quien ostenta el poder se ha convertido en un auténtico sátrapa, que solo se atiene a su interés o capricho.
El problema es que esto está creando la lógica reacción. Los ocupas, la falta de respeto a las fronteras, la política ilimitada e irracionalmente sexista o de género y las exageraciones interesadas y políticas con la excusa del cambio climático, están llevando al resurgimiento de ideologías que se sitúan en el polo opuesto, de tal forma que si no ponemos un poco de cordura, dentro de poco tiempo tendremos un mundo polarizado en el que la convivencia se haga casi irrespirable, un mundo en que a una aberración le seguirá otra mayor, pero de signo contrario, con consecuencias de todo punto imprevisibles.
Porque a todo ello se une el infantilismo de la sociedad. Hoy día podemos ver personas adultas, alguna ocupando cargos de relieve, que siguen a sus líderes como si se tratara de enviados del más allá, siendo capaces de creer cualquier promesa de estos pastores interesados en un rebaño cada vez más irracional.
Es imprescindible recuperar la racionalidad para no dejarnos embaucar por falsos profetas y es necesario mantener el temple para no terminar en los polos que están emergiendo en esta sociedad tan turbulenta.