Hace unos años surgió la noticia de que la Unión Europea planteaba que era más inclusivo decir "felices Fiestas" en lugar de "feliz Navidad", luego se confirmó que dicha noticia no era cierta, pero hubo un sector de la sociedad que mantuvo dicha tendencia por considerar que era más progre. Yo no sé si soy menos progre al decir que no entiendo por qué tenemos que renunciar a nuestra cultura de las que las tradiciones forman parte. En Europa es mayoritaria nuestra tradición judeocristiana. Independientemente de que el porcentaje de agnósticos o ateos sea mayor o menor, nuestras tradiciones forman parte de nuestra cultura y, entre ellas, tenemos nuestra Navidad como parte significativa. Tengo amigos judíos con los que nos intercambiamos felicitaciones en Navidad y en Janucá, al igual que con algunos musulmanes lo hacemos con el Ramadán. Yo respeto sus fiestas y tradiciones al igual que ellos las mías. Puede que con mayor o menor sentimiento religioso, seguro que algunos desde un agnosticismo, cuando no un ateísmo casi total, pero sabiendo que la cultura de todos nosotros se basa en orígenes que debemos respetar. Es por esto por lo que me llama la atención, cuando se abandera, desde un ateísmo sin base histórica, la negación de un pasado que ha conformado la cultura de todos nosotros. Recordar desde Toledo, que durante siglos fue un ejemplo de convivencia entre las tres religiones del Libro, lo importante que es estar orgullosos de lo propio respetando la identidad de los demás, es algo que asombra en este siglo XXI. Por esto me permito decir en voz alta y con total convencimiento, FELIZ NAVIDAD, respetado a todos los demás y esperando que también así me lo deseen todos mis amigos, sea cual sea su religión. Me preocupa que así no se entienda y prevalezcan posturas que, negando nuestro pasado común, renuncien a lo propio de una manera suicida para nuestra cultura. Pero, que lo vamos a hacer si tenemos ministros que prefieren ir al Circo en lugar de asistir a la inauguración de Notre Dame.