Carlos Martín-Fuertes

Desde el Tajo

Carlos Martín-Fuertes


Pensando en los Reyes

17/12/2024

Por el calendario y vacaciones no estaré con ustedes hasta mediados de enero; así pues, adelanto mi agenda y dedicaré este espacio a la habitual carta que mandaré a los Reyes Magos. Una de las cosas que más feliz me haría como vecino de Valparaiso es que estos dos deseos se cumplieran, aunque entiendo que uno puede necesitar más tiempo que otro para su resolución. Mi carta a los Reyes versa en torno a la mejora de la línea 3 del autobús urbano Zocodover-Valparaíso; la otra al centro cívico cultural.
Del autobús, después de la guerra que dan algunos a través de la A.VV. 'Río Chico', o de manera particular, sería deseable que los sábados circulasen con una frecuencia de paso de media hora., al menos desde las tres o cuatro de la tarde. Las primeras horas podrían quedar como ahora, con paso de una hora. La cantidad de gente joven que tiene La Legua y Valparaiso argumentan por sí solo este deseo y necesidad. Y lo repito una vez más. Pónganlo dos o tres meses de manera experimental y si no funciona, se suprime y a otra cosa mariposa. Y aumenten una parada más en La Legua, que han llegado cientos de vecinos nuevos desde que el itinerario no se ha modificado. Y a ver si llegan los autobuses nuevos, en periodo de matriculación me dicen, para poner en servicio la nueva línea hasta el hospital universitario.
El otro deseo que pido a los Reyes es que, de una puñetera vez, el centro cívico cultural del barrio tenga una utilidad y funcionalidad más amplia del que tiene, pero bastante más. Hasta ahora la gestión la lleva la asociación de vecinos y abren tres horas por la tarde para desarrollar las actividades deportiva y lúdicas, como en cualquier otro centro de la ciudad. Sin embargo, no dispone de funcionario ni conserje. Y eso supone una desventaja y afrenta respecto a los demás centros cívicos de la ciudad. No se pude realizar gestión alguna como solicitar un documento, empadronarse, presentar una solicitud, registrar documentos y hay que buscarse la vida fuera del barrio. 
Desde hace dos o tres legislaturas, con distintas corporaciones, aprueban por unanimidad en un pleno que lo van a dotar como los demás, pero nadie lo pone en práctica. Actúan a la catalana, aprueban, acatan, pero se lo pasan por el arco de triunfo. Muy mal. Ya va siendo hora de afrontar el problema con la seriedad y rigor que merecemos los más de 6. 000 vecinos de estos barrios. Traigan poco a poco un funcionario, uno, dos tres días a la semana y paulatinamente le van dando uso al edificio. Ahora es un muerto en vida, con goteras, que solo produce utilidad tres horas al día. Si, ya, que no es fácil, pero hacemos las cosas cuando nos interesa y apremia. Y aquí juegan las autoridades con la laxitud del vecindario más preocupado hoy, muchas veces, por sus perros y gatos que por los problemas sociales. Y así nos va. ¡Feliz Navidad y salud para el año que viene!