Cumplir años no siempre te hace ser más sabio, pero si más resabiado. La experiencia de los tiempos vividos te permite comparar cómo se pudieron superar determinados problemas en su momento y cómo se dejan empeorar ahora. Recuerdo que para enfrentarte a un problema, lo primero era identificarlo, luego plantear y debatir sobre las distintas opciones que permitían obtener soluciones, elegir cual podía ser la óptima y, por último, implantarla y analizar el resultado. Hoy veo cómo los problemas se enquistan, el debate no se basa en cómo buscar soluciones, sino que, al contrario, se plantea para descalificar al contrario y echarle las culpas del origen del problema y dejar que la situación se pudra sin buscar resolverlo, dejando que todo empeore. Y lo peor es que hay palmeros, de los unos y de los otros, que no son capaces de tener la más mínima capacidad de crítica con los suyos para decirles "dejad de descalificaros y buscar soluciones a los problemas que nos afectan". Así que he decidido escribir mi carta a los Reyes Magos, recuperando la ingenuidad de la infancia que me permite pensar que todo el mundo es bueno.

"Queridos Reyes Magos: no sé si me he portado bien a lo largo del año, pero cómo no pido nada para mí, sino que lo hago para la sociedad en la que vivo, espero de vuestra generosidad que atendáis mis peticiones. En primer lugar, me gustaría que se recuperara el espíritu de la Transición, periodo en el que el dialogo permitió que se acercaran posiciones de todo tipo para encontrar soluciones a problemas comunes. Época en la que todos sabíamos que había que perdonar, pero no olvidar, y así superar el enfrentamiento entre las dos Españas que nos había llevado a la ruina a lo largo de los siglos XIX y XX. Y, sobre todo, que aprendamos a no intentar imponer nada a nadie, que sea el dialogo y el acuerdo la medicina que nos saque de esta enfermedad cainita tan española.

Pido esto con la ilusión de un ciudadano que confía en que la sociedad en la que vivan mis nietos sea mejor que la que vivieron mis padres"