Un problema que lleva muchos años enquistado y sin visos de resolverse necesita una solución y un mojarse para solucionar los problemas de la ciudadanía. Es una frase y cantinela de los políticos que lo repiten continuamente. En este caso, me refiero a las escaleras mecánicas de la estación de autobuses de la Ciudad Imperial. Un lugar donde diariamente transitan y lo utilizan cientos y cientos de personas y turistas. Una vergüenza casi nacional, pero que no le debe importar a nadie cuando lleva tanto tiempo sin funcionar.
Recordemos que es la Junta de Comunidades, el Gobierno regional vaya, el propietario de la instalación y que mediante un convenio es el Ayuntamiento quien corre con el mantenimiento. Hace pocos días, ha sido la institución local quien ha corrido con los gastos del arreglo del ascensor. Pero debido al continuo uso se avería con relativa frecuencia. Lógico que suceda eso.
Pero la solución definitiva llegará cuando las escaleras sean arregladas. Con el paso de los años, como sucede con los coches, los repuestos se agotan y solo cabe una solución: poner otro modelo de escaperas y gastarse los 282.000 euros que valen los dos tramos. Cifra que, a un Ayuntamiento, aunque sea el de Toledo le viene un poco grande y que, al Gobierno regional, con un presupuesto anual mucho más alto le cuesta menos asumir.
Por ello, es comprensible que el concejal de Movilidad toledano Iñaki Jiménez haya solicitado la ayuda de la Junta de Comunidades y que no le dejen a él solo el cascote. Que llevan varios años rotas las escaleras y nadie ha dado la cara, siempre escudándose en la misma frase: "es que las escaleras son muy obsoletas". Fijémonos, si cada elemento que se estropea y que se queda antiguo tuviera que suceder lo mismo, apañados estamos.
Supongo que Nacho Hernando, el joven consejero de Fomento de la Junta de Comunidades, quien me consta que es muy sensible a los problemas de su ciudad, tratará de persuadir a sus compañeros de Gobierno para que asuman los gastos y tengamos escaleras nuevas antes de Reyes. Deduzco que tanto el presidente regional como los consejeros que forman su Gobierno no deben ser muy usuarios de esa instalación y utilizan más el
AVE o el vehículo propio, pues sino, ya se habrían enterado o habrían hecho algo más que practicar el silencio durante el tiempo que llevamos con esta cruz a cuestas. Los sufridores son en su mayoría jóvenes estudiantes y trabajadores inmigrantes que diariamente se desplazan a la capital de España en bus por resultarles más económico. Una buena oportunidad para poner el punto y final a esta situación que constituye un mal ejemplo y un fastidio para todos. Se trata de una inversión de poco más de un cuarto de millón de euros. Nada comparado con otros gastos someros que se producen. Además, los que instalaron mal en su día, que apechuguen con el error. Sería lo suyo.