Siempre he sido de terceras vías. La que más, la de Anthony Giddens, a pesar de que un amigo que hice en política me advirtiera que las terceras vías son vías muertas. No le faltaba razón. Así me fue en política.
El Ayuntamiento, conjuntamente con la Junta (o al revés, no me queda claro), ha propuesto una tercera vía al trazado del AVE: «Toledo AVE». Un «sí pero no».
Me habría gustado que la llamaran «AVE Toledo», en plan «Ave César», porque ha finalizado el plazo de alegaciones y «alea iacta est». No hay nada decidido.
No sé a usted, pero a mí no me queda claro si la propuesta es una segunda estación, un apeadero, un andén pasante o el Cóndor Pasa. El diablo está en los detalles.
Me da a mí que aquí ha habido un poco de trampantojo entre Ayuntamiento y Junta y la tercera vía ya estaba trazada. Ya sabe usted. Tú te eriges en adalid del cono visual, yo me adhiero a tu propuesta y la anuncio como si fuera mía. A pachas.
Doctores tiene la Iglesia y gurús tiene la comunicación política.
Parece que esta Tercera Vía del AVE tiene vuelos más altos y de ahí el empeño. Si es un acicate para el tercer carril de la TO-23 y una punta de lanza para desarrollar un enclave estratégico, que aglutina la zona industrial, un centro comercial, el Hospital, Consejerías (¿se viene una ciudad administrativa?) y nuevas viviendas, con permiso del estudio geotécnico, para conseguir el anhelo de unir Polígono y Santa Barbara pues, qué quiere que le diga, a mí me parece guay del Paraguay, siempre que no se empiece la casa por el tejado, como con el Hospital, y se construya la infraestructura y luego, lo de los accesos, lo vamos viendo.
Si eso es lo que está detrás de la Tercera Vía del AVE, no entiendo el trampantojo ni el photoshop. Un poco de transparencia, por favor. Creo que la opinión pública estará a favor, aunque no apostaría que la actual estación sobreviva. Es el eslabón más débil de esta cadena.