Esther Durán

Serendipias

Esther Durán


La roja era ella

19/07/2024

Un ejemplo hasta el último día o quién no firmaría, ahora mismo, sin pensarlo, llegar a los 90 con salud, rodeada de nietos, concediendo entrevistas de vez en cuando e incluso publicando un libro dos meses antes de irse para siempre. De vez en cuando, repaso personajes admirados y dudo si viven todavía. Con ella tenía claro que seguíamos compartiendo, más o menos, espacio, aunque apenas ocupaba lugar en medios, excepto por la presentación de esas últimas memorias que no pudieron llegar en mejor momento. Cuentan que ella no tenía ganas de publicar la obra porque no creía que sus experiencias fueran a servir, nada más lejos de la realidad. Su vida recuerda la de tantos niños que nacieron poco antes o durante una salvaje guerra civil que como ella bien decía "destrozó a todos, y más a los perdedores". En su caso, además, rompió su familia y acabó viviendo bajo la autoridad de un abuelo con el que poco o nada compartía. Se casó muy joven, mucho, con solo 17 años, posiblemente por salir del internado de monjas donde el abuelo la llevó junto a su hermana, pero no dejó jamás de lado su pasión por las letras y la literatura, todo lo contrario, la alimentó y ensanchó hasta convertirse en la figura que ha sido. Y es que no hubo ámbito que se le resistiera, fue traductora, editora, escritora, directora de la Biblioteca Nacional, cargo, por cierto, que le trajo muchas críticas y algunas controversias, gimnasta y, además, madre, con nada menos que cinco hijos. 
Recuerdo muy bien el día que la conocí, o más bien vi, porque llegar con tu libro para que te lo firmen tampoco es que pueda considerarse algo personal. Siempre me ha generado dudas lo de ir a que te echen un garrapato, me pongo en el lugar de quien firma, poniendo dedicatorias a gente que va pasando, intentando cambiar un poquito lo que pones y me resulta extraño. Claro que ya me gustaría. Entonces, ella acababa de ganar el Planeta, yo había devorado su canción de Dorotea y no iba a dejar pasar la oportunidad de decirle alguna tontería y guardar su firma. También guardo su imagen tras el puesto de la Feria del Libro de Madrid, esa tan característica, rostro amable, lúcida mirada y melena roja porque, incluso en esta semana, o más quizás esta semana, este tipo de roja española es la que a mí me representa.