No se me cae la lágrima, por empatía, con Revilla, lo siento. Le han puesto una querella, porque se han hartado de que hable sin filtro y se autopromocione a costa de otros. Ahora el filtro se lo va a venir a poner un juzgado, aunque en el acto de conciliación habrá misericordia con este personaje adicto a los titulares y empeñado en dar lecciones de vida campechana. 
Mientras, su amadísimo (de Revilla) presidente Sánchez, que no le llama para consolarle en su dolor, sigue hundiendo el país, pero de él no ha dicho ni pío por los casos que le acucian junto a su entorno más cercano, no sólo político. Casos, éstos, que siguen creciendo, día a día, para mayor interés empresarial de los medios de comunicación que los sacan a cuentagotas, porque material tienen para poder empapelar con las portadas un tren de los que no cabían por los túneles de camino a Santander. 
No me digan que no ven similitudes entre el momento de caída de González, la caída de Zapatero y la más que próxima de Sánchez. La corrupción, la crisis económica, el desbarajuste gubernamental, el «pifostio» de las confluencias podemitas, las citas en los bares de lucecitas, la compañía ajena y con interés lucrativo, las bolsas llenas de billetes.
Sólo falta la pinza. La que hizo caer a González en su momento fue de Anguita con Aznar, aunque negaban que cometieran tal tropelía desde la izquierda contra el socialismo, pero se jactaba de que si no había programa dejaría caer a González, y así fue. Con Zapatero la pinza vino de Europa, que le dio un zurriagazo con «los de negro de la Troika», y se cepillaron los brotes verdes y nació la criatura nacida del 15M y sus confluencias asamblearias.
¿Quién será el nuevo hermano pinzón que ayudará a hacer caer al gobierno de Sánchez? Pablo Iglesias quiere retomar el pulso, tiene ganas de pasar factura a más de una docena de ministros, ministras y demás prole de Díaz, Monederos y Errejones, ¿tomará el testigo de la pinza el extremo izquierdo para tirar a Sánchez?
Feijóo tiene claro que va a tener que gobernar, ya mismo, en una situación nada halagüeña, pero seriedad tiene y sabe hacia dónde quiere encaminar el país.