Quizá el título de esta columna les pueda parecer de lo más obvio. Unas pintoras en un museo. Pero, en realidad, no lo es. Porque hasta hace muy poco tiempo la presencia de obras de autoras femeninas era –y en gran medida sigue siendo- apenas anecdótica en las pinacotecas, en parte debido a la ignorancia que se tenía de la actividad pictórica realizada por mujeres, salvo alguna excepción.
Afortunadamente, en los últimos años el panorama ha cambiado. Poco a poco se va rescatando la figura y la obra de artistas que son homologables a sus colegas masculinos que llenaban las narraciones de la Historia del Arte. Un fenómeno que no sólo se da en la pintura, sino también en otros ámbitos, como la escultura –quien no conoce ya, a través de su maravilloso San Miguel Arcángel, a Luisa Roldán, la Roldana, escultora de cámara de Carlos II y Felipe V-, o la literatura, como les he recordado varias veces hablando de esa pléyade de escritoras toledanas del siglo XVI como Luisa Sigea o Marcia Belisarda. De esta recuperación y reconocimiento son muestra las exposiciones monográficas dedicadas a algunas de las figuras que se van estudiando y poniendo en valor, como la que hubo en el Museo del Prado en el 2019 sobre Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana.
Y ahora ya es posible comprender el título. Estos días se pueden visitar en el Museo Thyssen de Madrid la exposición Maestras, una interesantísima muestra que recorre la presencia de mujeres pintoras en el arte europeo occidental desde el siglo XVII hasta comienzos del XX, mostrándonos un amplio elenco de artistas, algunas ya conocidas, otras, probablemente la mayoría, prácticamente ignoradas por el gran público. Por tanto es una experiencia muy enriquecedora, desde el punto de vista intelectual, a la vez que sumamente placentera, por la belleza de las obras expuestas. En una secuencia cronológica, a la vez que temática, partiendo de la disputa que se desarrolló en toda Europa entre los siglos XV y XVIII, la querelle des femmes, hasta la revolución producida a primeros del XX, expresada en el título Emancipadas, podemos ver la constante, y en ocasiones original –las pinturas de lana de Bailly-, actividad pictórica de verdaderas maestras, que supieron afrontar los retos artísticos con creatividad y alta calidad. Nos reciben tres versiones de una de las 'mujeres fuertes' del Antiguo Testamento, Judith, vencedora de Holofernes, a través de la paleta de Artemisia Gentileschi, Lavinia Fontana y Fede Galizia –un descubrimiento para mí-, y nos despedirá Frida Kahlo, con su Niña tehuacana. Y entre ellas, un amplio y rico abanico de nombres que han renacido de un injusto olvido.
Más allá de que el relato que acompaña el recorrido resulta en ocasiones forzado, se trata de una magnífica exposición, innovadora, bella, sugerente, que invita a disfrutar y también reflexionar.
Como por qué no hay apenas pintoras españolas. That is the question…