Como cada uno va al ritmo que va o le imponen los acontecimientos, mientras los países miembros hacen filigranas para encajar la complejidad de los compromisos ambientales del Pacto Verde Europeo de 2019 – una serie de iniciativas políticas con las que alcanzar la neutralidad climática de la UE en 2050- para llevarlos a la práctica en el sector agrario con una reforma de la Política Agraria Común (PAC) aprobada en 2023, en las instituciones europeas ya está abierto el debate para un nuevo planteamiento político sobre la agricultura. Un debate europeo sobre el que llueven críticas por considerarse que ahora prima un enfoque económico, frente al ambiental, olvidando el principio de no regresión.
Puede que el detonante del cambio de perspectiva fueran las protestas de los agricultores – en tiempo de elecciones al Parlamento Europeo- por las exigencias de las normativas ambientales y que estos, además, reclamaran mayor flexibilidad y mejores ayudas en la PAC para poder cumplirlas, sin verse forzados a dejar su actividad. Dadas las circunstancias, la entonces presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, abrió el Diálogo Estratégico sobre el futuro de la agricultura- un foro de expertos para configurar una visión compartida del futuro del sistema agroalimentario de la UE- que, recientemente, ha presentado su informe final.
La clave del informe está en la advertencia de que la necesaria transición de los sistemas agroalimentarios "implica inevitablemente intereses contrapuestos y disyuntivas complejas" y que "debe asegurarse la viabilidad económica de los agricultores" para evitar el abandono de las explotaciones agrarias. Por eso, los expertos señalan que las acciones agroambientales y climáticas deben contar con un apoyo financiero suficiente, por lo que debe aumentarse significativamente en la PAC. A su vez, recomiendan la creación de un Fondo Temporal de Transición Justa, diferenciado de la PAC, y la movilización de capital público y privado para invertir en esos proyectos de transición ecológica. Por eso, elogian al BEI que ha identificado a la agricultura como una de sus prioridades estratégicas.
Será porque el principio de no regresión ambiental-no positivizado- es un límite que se impone a los poderes públicos para no retroceder en la protección ambiental lograda, pero no implica que obligue a petrificar la normativa cuando los objetivos ambientales no pueden alcanzarse sin resolver previamente cuestiones económicas. Sin olvidar las dificultades inherentes a la abstracción de la noción de "medio ambiente" y a la ausencia de parámetros previos que contribuyan a identificar con precisión el contenido de ese instituto jurídico.
Esto me lleva a recordar la obra Así es (si así os parece) de Luigi Pirandello donde el maestro siciliano presenta una realidad múltiple y diversa porque está hecha de muchas verdades que, a su vez, pueden que sean únicas, pero lo cierto es que su versión depende de cómo se enfoquen. Quizás porque cuando lo escribió la filosofía cuestionaba el positivismo científico y la objetividad, Einstein había acabado con la posibilidad de que el tiempo y el espacio fueran absolutos o Freud explicaba el comportamiento humano a través del inconsciente.