Ya sé que nuestro presidente, ni tiene principio alguno ni sabe lo que es eso. Se ha aprendido la jerga vacio-progre que embriaga a tanto bobalicón y que da tanto rendimiento político, y lo usa en grandes dosis para conquistar las voluntades que le permiten engordar su ego. Pero aún así, aunque solo fuera por puro instinto de tener en el futuro una vida mínimamente digna, sin que a cada paso le recuerden su vergonzosa historia, hay líneas, no sé si rojas o quizá negras, que parecía imposible que pudiera traspasar. Y lo ha hecho de largo…
Nos costaría mucho creer que en el siglo que estamos a alguien se le ocurriera tratar de resucitar la esclavitud, la tortura con sus potros incluidos, el voto ponderado según renta, la bola en la pierna del preso y tantas y tantas 'lindezas' que a la Humanidad le ha costado tanto superar. Lo que ha hecho Pedro Sánchez con su amnistía no es diferente a lo dicho. No lo es porque transgrede principios que parecían consagrados en pos de la dignidad humana, como el respeto a la vida y tantos otros que conforman una sociedad garante y moderna. El arrogarse el derecho a decidir a quién se juzga y a quién no es una actuación feudal: a ti te paso por las armas y a ti te colmo de oro por mi sola voluntad.
Esta arrogación de la facultad de disponer de los derechos de las personas por la sola voluntad, no es propia del mundo contemporáneo. No creo que haya ningún país del mundo en el que, para conseguir unos votos, un candidato a presidente rinda el país que gobierna a quienes quieren destruirlo. No creo que se haya dado jamás en la historia, que un fugado imponga actuaciones tan humillantes como que el estado que lo persigue le ponga vigilancia para defenderlo en lugar de detenerlo. No creo que haya ocurrido en ninguna parte del mundo que el que va a presidir el gobierno lo haga con el apoyo de un terrorista y un fugado de la justicia…
Todo lo anterior lo ha hecho Pedro Sánchez, quien podría obtener sin dificultad un número récord de inscripciones de aberraciones políticas hechas, si lo solicitara para el libro los Guinness. Conocemos sobradamente su aversión a cumplir cualquier promesa, su adicción al lujo y a la presunción, su absoluta falta de ética, moral o buenas costumbres, pero aún así tengo para mí que el nivel a que ha llegado, es fruto de algún desliz muy grave de él o su entorno más cercano, de que alguien tiene la prueba y le exige mantenerse en el poder para pagar el chantaje. Obviamente no tengo prueba alguna de ello, no soy del CNI, ni tengo en él ningún primo, pero estoy convencido que alguien está haciendo su agosto con la información. La forma en que se ha dejado humillar por el fugado, admitiendo sin rechistar cuanto le ha querido imponer y la humildad con la que ha aceptado todo sin la más mínima protesta, una persona cuyo ego no le cabe en el parlamento, es propio de quién está cogido y por sitio doloroso.
Sea cual sea la razón está claro que está haciendo jirones la dignidad de España, pero, paciencia, torres más altas han caído.