Hace falta desahogo con un grado importante de cara dura para ser inglés y dedicarse a rodar documentales de gastronomía. Programas en los que los protagonistas relatan y hablan con autoridad pasmosa de las cocinas ajenas, los métodos autóctonos en sus fogones atreviéndose a juzgarlo y hasta dar consejos. Naturalmente ellos tienen derecho a hacer lo que gusten, pero los británicos tienen fama de poseer una de las peores y menos apreciadas cocinas de Europa. Aunque mucho más delito tienen quienes compran tales espacios y los dan en la televisión española a una hora estelar. A veces lo que dicen algunos de esos «expertos» produce perplejidad y vergüenza. A mí por lo menos me pasa. Claro que no sólo con los ingleses, hay algunos que se consideran a sí mismos especialistas que también dicen burradas de vez en cuando. Les cuento que un tal Ambrosio, no sé si es argentino, sudamericano seguro, hablaba un día de las codornices, por cierto que rodaron el capítulo en Toledo, y soltó la portentosa perla de que las codornices son perdices pequeñas. Entiendo que no todo el mundo tiene que saber que la codorniz no es la cría de la perdiz aunque sean también de la familia gallinácea como el faisán y tal, según veo en la Wikipedia, pero creo que en España a todos a quienes nos interesan los fogones sabemos que la codorniz no es la cría (perdigones) de la perdiz. Por muy cocinero que sea el llamado Ambrosio metió la pata y así quedó, aunque creo que para vender un documental que es grabado, tiene que verlo muchas veces mucha gente, cortarlo, editarlo, pasar por filtros, asegurarlo y demás para que una barbaridad así no se cuele en el programa.
Hay un cocinero de éxito, un tal Jamie este sí inglés, que como mínimo habría que calificar de espeso y reñido con la mínima higiene deseable, alguien que en otro tiempo echarían a la calle de una patada en el culo por guarrete y trapacero, que usa y abusa de toquetear y sobar la comida con las manos. No podía creer el episodio en el que amasa lechuga, tomate, lo que fuera con sus manitas y escurría un limón sobre la ensalada entre sus dedazos. Agggg.
Cuando visito las bibliotecas encuentro en todas libros del negligente cocinero. Tenga los modales que tenga y a pesar de lo que yo piense es un tipo de éxito. También he visto reportajes de gastronomía de un señor de color estadounidense lo que no deja de extrañarme. Otra vez digo que está bien, pero sigo pensando que aquí en España hay gastrónomos o aficionados que deben tener al menos tanta o más idea de lo que significa nuestra cocina, esa manera de hacer «de comer» como se dice a veces con un modismo adorable, sin que haga falta echar mano de fanáticos tan lejanos y poco documentados como a veces se cuelan en la tele.