E l campo celebra esta semana San Isidro labrador, el santo patrón, sin la angustia del año pasado por la sequía, aunque con las preocupaciones clásicas de siempre.
A saber, por ejemplo, si la inminente cosecha de cereal será rentable o ruinosa desde los primeros depósitos por la geopolítica, si la fruta de hueso de Hellín, Tobarra y otras pedanías del sur de Albacete llegará a término sin mácula por pedriscos de última hora, o si el ajo de Las Pedroñeras tendrá que seguir compitiendo contra la burla tarifaria en las aduanas, según denuncian las cooperativas.
En otras comarcas de La Mancha avanza el trasplante a suelo del melón y la sandía, aunque sigue en el aire la duda de si serán las frutas favoritas de las familias y de los restaurantes este verano, o más las piezas de bocado que desplazan a veces estos formatos grandes entre los poco prolíficos y perezosos consumidores jóvenes.
Por no hablar del mosto y especialmente del vino tinto, este último sigue pesando en las últimas operaciones de campaña, o del blanco y el rosado -con salidas más ligeras y prósperas- mientras empiezan a conformarse los racimos, como ocurre también en los olivares a punto de entrar en floración.
Así, con estas inminentes recolecciones -los del espárrago de Guadalajara ya están en el tramo final- arranca también el calendario de comercialización que sostienen todo el año otros sectores ganaderos con el pastoreo, el ordeño, la fermentación y la elaboración de los grandes quesos de la «Gran Selección» -premiados estos días en Almansa-, o a las parideras de cordero y cabrito en el mes de las bodas bautizos, bodas y comuniones. En otros ciclos de integración siguen produciendo otros ganaderos, también con problemas de costes. Para la almendra y los pistachos, habrá que esperar.
Por eso, en la semana de las plegarias, ofrendas y procesiones al Patrón para que el tiempo no lo estropee, escucharemos a los feligreses exigiendo precios justos aunque ello dependa más de la ética comercial que del «Labrador». Todos sabemos que hay margen para repartir el beneficio de forma equilibrada.
Y en este sentido, el Ministerio de Agricultura (MAPA) está trabajando en elevar a rango estatal la estructura de la Agencia que vela por el cumplimiento de la ley (AICA). Será relevante si se refuerza su capacidad inspectora. Aunque aquí acaba de aflorar una discrepancia.
En la última reforma parlamentaria, las cooperativas agroalimentarias quedaron sujetas a las obligaciones de registro y control de los contratos, lo que ha desatado un profundo descontento con el MAPA, al haberse producido la apertura de más de cien expedientes a las empresas de los agricultores y ganaderos.
El Presidente nacional de la agrupación (también de CLM), Ángel Villafranca, ha alegado que una cooperativa no es una sociedad mercantil, y que, en todo caso, las grandes disfunciones en las relaciones comerciales o los posibles incumplimientos de la ley están en otros tramos de la cadena alimentaria. Por eso dijo que «hay otros sitios donde mirar».
Sin embargo, Luis Planas -que este viernes estará en Toledo-, ve como una contradicción que los agricultores -a través de sus organizaciones agrarias- pidieran en la reforma de 2020 más supervisión en las relaciones comerciales y ahora sus gerentes exijan un tratamiento diferenciado. «Con este Gobierno nadie va a quedar exento de la aplicación de la ley», aseveró el Ministro.