Vuelvo a salir esta semana al panorama nacional porque la realidad es peligrosa y recelo  que la situación que atraviesa España es incierta; no puedo evadirme de los últimos acontecimientos sucedidos desde que Pedro Sánchez decidió cumplir como el más dócil de los mansos las órdenes que le exigió Puigdemont desde su mansión en Waterloo para venderle los siete votos.
Reconozco que lo mío con Sánchez es personal, visceral, una especie de rechazo insalvable que produce su misma naturaleza, un rechazo imposible de superar que me saca de mis casillas llevándome al dolor de estómago. El presidente no es el único que últimamente ha hartado y me ha fastidiado, Zapatero o Aznar me han molestado también sólo con ver sus caras. Podría escribir la gran decepción que me ha  proporcionado Page, pero no lo escribo porque nunca esperé algo de ningún político como Miguel sabe bien, tampoco creí  nada del presidente de Castilla La Mancha a pesar de lo que declaró sobre la amnistía, su determinación de no permitirla y bla, bla, bla. Me sorprende que Page haya malgastado la ocasión para dejar de ser el aprendiz de Bono y lacayo de Pedro Sánchez. En mi opinión un verdadero fallo de visión política, se hubiera convertido en la representación de la resistencia a Pedro Sánchez con lo que significa. Seguro que cumplir lo que declaró  Page hubiera sido mucho más difícil en el PSOE de Sánchez, pero su carrera política tendría diferente y mejor futuro. Su hermano  salió en los medios con un mensaje contundente contra el presidente del Gobierno  y la amnistía, pero Page ha tenido en su mano evitar la investidura.
Constantemente hay manifestaciones en España y aunque sigo con el espíritu encogido y con la visión del futuro más que nublada declaro que aunque mi falta de fe en la gente es desgraciadamente mucha, sucesos como la manifestación de Madrid y muchas otras me aportan algo de fe en que la sociedad española no está definitivamente muerta y es capaz de reaccionar a las tropelías, manejos y arbitrariedades de un desleal cuyo exclusivo proyecto es él mismo y sus ansias de dominar al país a costa de lo que sea.
Nicolás Redondo, Felipe González, Alfonso Guerra, Corcuera, Santiago Vázquez, Rosa Díez etc. políticos socialistas que pueden caer mejor o peor pero que coinciden en que lo de Sánchez no se puede consentir si España es algo más que un nombre vacío,  no hay más remedio como dijo Fernando Sabater a los manifestantes de Madrid,  que  rebelarse y volver a luchar por la libertad que hemos conseguido y no permitiremos que nos quiten sin gritar y luchar por la libertad.
Así de claro y de duro.