Reconozco que lo que el juez de Menores Emilio Calatayud publica en redes, me sirve para reflexionar sobre cómo están evolucionando los valores que debe tener una sociedad y cómo transmitirlos a las nuevas generaciones.
Puede que la edad me haga no ser más sabio, si no, simplemente, más resabiado, pero he de darle la razón a don Emilio tanto en lo que dice como en cómo lo dice, así que les aconsejo que entren en redes y escuchen en YouTube o lean en Facebook, lo que este buen señor dice. Sirve de mucho si uno quiere aprender de aquellos que saben.
La última lección recibida ha sido por los comentarios a un mensaje que Nano, un chico joven, ha colgado en la red. Nano tiene dos empleos y trabaja para poder colaborar en atender las necesidades de su familia. Como cuenta la satisfacción por poder comprar unas zapatillas a su hermana, o como complementar los ingresos de su familia, es un ejemplo de sacrificio y dedicación.
A don Emilio, como a cualquiera que vea el vídeo que Nano ha colgado en las redes, le sorprende que sea noticia lo que debería ser habitual. Pero es que, por desgracia, el esfuerzo, la solidaridad y la capacidad de sacrificio, son valores que van desapareciendo en una sociedad en la que no se valoran ni en la escuela ni en la actividad social.
Aprobados, poco menos que generales desde los primeros cursos, acostumbran a que no merezca la pena esforzarse por conseguir superar una prueba. La falta de reconocimiento a la excelencia, ¿educa a los menores en la cultura del esfuerzo? Ver cómo hay centros de enseñanza que son reconocidos por su buen trabajo, hace que mantengas la esperanza en que la educación siga siendo el ascensor social que permite que se puedan alcanzar objetivos para los jóvenes actuales.
Gracias Nano por tu mensaje y enhorabuena a centros como el Colegio de San Lucas y otros muchos que hacen, de la colaboración entre profesores y padres, centros de referencia.