Un año después del inicio de las tractoradas en España, alguna de aquellas asociaciones agrarias de nueva creación, o plataformas autobautizadas como independientes, amagan con retomar movilizaciones para pedir cuentas a las administraciones; en unos casos por asuntos más domésticos y territoriales como la gestión de las últimas convocatorias de ayudas a la incorporación de jóvenes, en otras por los precios, o por una PAC que volverá a reformarse a medio plazo tras un debate político que arrancará en Europa con los próximos presupuestos.
Así pues, la asociación en Defensa del Campo de la provincia de Cuenca, ADECCU, escenificará este lunes ante la delegación de agricultura, una concentración para denunciar el problema de la despoblación, el lento relevo, y «nuevos inconvenientes», por la imposición de la Unión Europea de aranceles al nitrógeno ruso, lo que hace temer que el precio de los fertilizantes vuelva a dispararse.
Esta última cuestión, sin embargo, ya ha propiciado la reclamación del COPA-COGECA en Bruselas, que es el órgano de interlocución donde están representadas todas las organizaciones agrarias europeas y las cooperativas.
La difusión de dicha convocatoria a medios vino el viernes de la mano de la Unión de Uniones que como se recordará, firmó junto a la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) las 43 medidas del Ministro Luis Planas para rebajar la burocracia del Plan estratégico de aplicación conocido como PEPAC, y para hacer más flexible el cumplimiento de requisitos; a cambio arañó el compromiso de actualizar la representatividad agraria con el desarrollo de la Ley aprobada en 2012 que en algún momento -confían- acabará convocando elecciones a cámaras agrarias.
En ese comunicado, la Unión de Uniones de Castilla -La Mancha se erige como la coordinadora de acciones de nuevas protestas como esta, además de la propia que hará en Toledo el día 18, al hacer también guiños a los miembros de la otra asociación del sector primario de Albacete, ASPALBA, para convencerles de realizar «gestiones conjuntas» ante la lonja de Albacete en defensa de unos «precios más razonables».
Se da la circunstancia de que Asaja se movilizó en diciembre con argumentos parecidos en Toledo frente a la presión del cereal que llega a los puertos, y en Madrid, junto a la Coag, contra el acuerdo de Mercosur en un intento -estas dos organizaciones- de mantener la aparente unidad de acción que se rompió con la rúbrica de las 43 medidas hace meses, cosa que no ha ocurrido en Castilla y León, donde Asaja, y la alianza Upa y Coag, volverán a salir el 17 de este mes para protestar por los «precios de derribo del cereal» a las puertas de la planta de biocarburantes de Babilafuente, en Salamanca.
También hace pocos días vimos otra concentración de los apicultores de la Coordinadora, a la que se sumaron los de la Unión, a las puertas de la Comisión Europea y del Parlamento en el Paseo de la Castellana de Madrid, contra la falta de control de las mieles de mezcla y el fraude de siropes y otros sucedáneos. La Upa denunció los mismos hechos en un comunicado, horas antes del evento.
Siendo legítima toda reivindicación, hay un elevado riesgo de desgaste, de desconexión y de desafección de muchos de los propios convocados. Y así se ha intuido en algunas de esas acciones si tuviéramos que medir el éxito por la concurrencia. Hoy, el productor quiere respuestas rápidas y solventes porque es una persona práctica y cada vez más individualista.
Y quizás por eso, sería deseable un ejercicio de unidad de acción más coherente en asuntos comunes, así como una interlocución fluida, visible, palpable, efectiva y directa con las administraciones que permita anticiparse a los problemas. Al final, la mayor parte de las respuestas fraguan en los despachos.