Quizá, no tardando mucho, la sociedad española, parafraseando a Vito Corleone, se preguntará, como él: «¿Por qué hemos llegado hasta este extremo?» La respuesta no podrá ser más clara: porque no supimos defender la democracia; porque nos dejamos llevar mucho más por la aversión al adversario que por exigir el cumplimiento de las reglas que los pueblos libres tienen que observar: básicamente el cumplimiento de las normas que rigen nuestra convivencia.
En España hemos ido consintiendo, transgresión tras transgresión, la abolición de los principios básicos, hasta convertir la actuación política en la mera voluntad de un individuo al que no guía otra cosa que su desmedida ansia de ostentar el poder, por puro hedonismo y sin límites en la forma de conseguirlo. Comenzó llenando una urna de votos en su propio partido, para proclamarse vencedor de un congreso sin que se le expulsara fulminantemente por esos hechos y ha seguido, paso a paso, profundizando en el oprobio. 
Hace unos días tuvo un lapsus y dejó ver su verdadera naturaleza autocrática: manifestó estar dispuesto a prescindir del Parlamento para continuar con su viaje, a la satisfacción de su ego enfermizo. No fue un error de palabras, fue una ráfaga de aire que dejó sus vergüenzas al descubierto. El cuadro que pintó no deja sombra de duda: va a gobernar por encima de todo, y todo es todo, incluida soberanía del pueblo reflejada en las Cortes.
Seguramente no estamos dando a esta expresión la importancia que tiene, como no se la hemos dado a tantas cosas que nos han conducido a dónde estamos, pero después de esa expresión ya no podemos llamarnos a engaño: es un pronunciamiento tan claro como la toma del Congreso por el general Pavía, aunque no entrara a caballo como dice la leyenda. En este caso, nuestro dictadorzuelo va más allá, porque al menos Pavía, al tomar el Congreso, reconoció su importante función institucional. Nuestro dandi desprecia esta función y se limita a ignorarlo.
¿Es exagerado lo que digo? Quizá lo es en la forma por mor de la claridad, pero no lo es en el fondo. ¿Cómo puede un gobierno prorrogar los presupuestos año a año cuando es la primera norma de gobierno que ha de aprobar cada año el Parlamento? ¿Se plantea siquiera disolver las Cortes y devolver la palabra a los ciudadanos para que decidan ante la falta de un presupuesto que rija la acción política? En absoluto. Lo único que haría a este vanidoso plantearse abandonar el palacio de la Moncloa sería una plaga de termitas que amenazara ruina, pero quedar en minoría en el Parlamento no tiene para él la más mínima importancia.
La verdad es que no nos puede extrañar esta postura, después del espectáculo que nos brindaron sus seguidores cuando convocó sus jornadas de reflexión lacrimógena, porque, que toda una ministra se sienta orgullosa de ser como una perra, no necesita más explicaciones. Dudo mucho que los coreanos del norte consintieran tanta humillación. 
La calaña de esta caterva la han dejado clara en la posición con el nuevo golpe en Venezuela explicada por ese 'genio' que tenemos como ministro de exteriores. Resulta que, como maduro no muestra las actas, no se puede considerar electo a Edmundo González… 
¿Qué estrategia piensan ejecutar en España en las próximas elecciones? ¿Llenarán ellos las urnas…  esconderán las actas…?