Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Calimero

13/05/2024

Pasó mucho tiempo, pero la vida no olvida que es vida, antes de muerte; la nostalgia siempre se aferra al recuerdo y por eso, revivir cada instante es recordar cada momento. Por eso, Calimero sigue estando ahí, como esa persona melancólica, insegura, tímida, infantil o ingenua, que se siente marginada por los demás, con o sin motivo.
Aquel pollito negro nacido de gallinas amarillas sigue vivito y coleando; sigue esperando que Priscilla, su novia, se fije todavía más en él porque se siente guapo a pesar de ser negro y se siente, grande a pesar de ser pequeño.
Carlo Peroni lo supo cuando le dio vida, y ahora, los españoles de a pie, también lo saben porque hay demasiados Calimeros por nuestra España del alma; tal vez, demasiados, que ocultando su color de piel –la de dentro- no tienden la mano para suavizar el talante, sino que la esconden para tirar piedras cuando nadie sabe el por qué del sentido perdido.
Recuerdo a nuestros abuelos cuando decían: ¡hijo mío, la lógica es la razón de tenerla!, y cierto es ver cómo se ha perdido ese valor. Ya no hay lógica porque ya no hay razón, o si hay razón en la mentira, ¿cuál es la mentira y cuál es la razón de no mentirla?, seguro que Calimero lo sabe.
Yo creo que Calimero nacería en Grecia –cerca de Mikonos-, luego pasó su adolescencia en la isla de Lesbos, viajó a Cafarnaán para encontrarse con su amigo más íntimo y subir al Monte de los Olivos –compartió novia con un fariseo-, conociendo más tarde al obispo Castriziano, y sin más, cambio su piel pasando de negra a blanca, se puso senos "miracielos" y transformado en otro género, se libró del sapo Aurelio. Ahora, sin saber cuál es su lugar, se siente triste, reflexiona ante la guerra, se ha comprado una mansión en las Bahamas y ha vuelto a cambiar el color de su piel porque se ha dado cuenta que siendo un pollito negro tiene mejor Sanidad, come en táper reciclado y se siente libre, aunque al no saber nadar, siente miedo cuando oye llover.
Sí, si, Calimero vive, claro que vive; y sobre todo, siente que vive qué es lo que importa.