Javier del Castillo

Javier del Castillo


Del fango a la gloria

16/07/2024

Cada día es más evidente que la sociedad española, en general, va por un lado y la política va por otro. En un lado están las celebraciones de dos grandes éxitos deportivos – la Eurocopa 2024 y la victoria de Carlos Alcaraz en Wimbledon – y, en el otro, la bronca, el enfrentamiento, el odio, la descalificación y el insulto retratados en una sesión cualquiera del Congreso de los Diputados o del Senado. 
La selección de Luis de la Fuente – un desconocido que, con su trabajo humilde y discreto, nos ha hecho olvidar muy pronto a su tocayo Luis Enrique – ha demostrado lo importante que es sumar y aglutinar, en lugar de restar y dividir. El fútbol español y el tenis de Carlos Alcaraz deberían ser un espejo para los políticos. 
La Eurocopa y Wimbledon no nos van a devolver Gibraltar, pero refuerzan enormemente la autoestima de un país dividido y bastante necesitado de ella. Mientras se suceden las celebraciones deportivas en todos los rincones de España – incluido Cataluña y el País Vasco -, en el Congreso de los Diputados el presidente del Gobierno abre un nuevo debate sobre «la máquina del fango» y lo que se esconde detrás: el intento de controlar y amedrentar a los medios de comunicación que denuncian presuntas irregularidades en su entorno familiar.
En lugar de dar explicaciones convincentes sobre los turbios asuntos que afectan a su mujer y a su hermano, Sánchez intenta convencernos a los ciudadanos de la imperiosa necesidad de una regeneración democrática. ¿Una regeneración democrática liderada por el político que más ha ayudado a sumir a esta democracia en una autocracia, dónde priman las ambiciones personales y los intereses partidistas? 
Yo creo que lo mejor que puede hacer Pedro Sánchez es fichar a Luis de la Fuente – aunque sea creyente y taurino - y a los 25 jugadores de muy distintas procedencias que han logrado volver de Alemania con la Eurocopa en la maleta y sin perder ni un solo partido. Ellos son lo mejor que tenemos. 
A este presidente del Gobierno, que se enorgullece y se apunta a nuestras glorias y éxitos deportivos, al igual que presume de los suyos sin haberlos conseguido, le vendrían muy bien unas clases intensivas de Luis de la Fuente sobre la importancia del trabajo en equipo. Y sobre los resultados positivos que se obtienen de las aportaciones de quienes no piensan lo mismo que nosotros. De aquellos que tienen otras sensibilidades y otras formas de ver la política y el fútbol. 
El deporte español, una vez más, acaba de dar un ejemplo a la clase dirigente de nuestro país. Lo siento por Bildu, Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, PNV, y sus más señalados representantes – Arnaldo Otegi, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont -, así como por los independentistas, nacionalistas radicales o cualquier grupo de extrema izquierda que sufre al ver la bandera de todos los españoles ondear en calles y fachadas (lo de fachadas, sin segundas). A todos esos compatriotas que tan mal lo pasan al contemplar la alegría y el orgullo de la gran mayoría de los españoles. 
El fútbol ha vuelto a unir a este país, aunque sólo sea por unas semanas. Pero es sólo un paréntesis. El mismo día de las celebraciones ya estábamos de nuevo en el barro, discutiendo sobre cuestiones tan «apasionantes» como el fango, los bulos o el peligro que entraña la extrema derecha.