Vosotros sabréis lo que hacéis, lo que estáis permitiendo y lo que vais a permitir. Me refiero a los militantes del PSOE de toda la vida, a esos que les gusta decir aquello de que «soy hijo del partido», en alusión a que sus padres o sus abuelos ya militaban en el PSOE. Obviamente me dirijo a los militantes libres que no tienen y no aspiran a ostentar un cargo, un carguito o un puestecito de castañas, a los que son totalmente independientes económicamente y nada deben a nadie, a los que nada tienen que agradecer al partido respecto de su actividad o de su puesto de trabajo. Vosotros sabréis, también, los votantes habituales del PSOE, los afectos, los correligionarios o los simples simpatizantes de ese partido.
Vosotros veréis, si ya no queda nada de lo que significó aquel resultado de las elecciones generales celebradas el 28 de octubre de 1982, que dieron paso al primer gobierno socialista desde el fin de la guerra civil española. «Por el cambio», rezaba el eslogan de Felipe González y de Alfonso Guerra, que aglutinó la voluntad de más de diez millones de votos que querían afianzar la democracia después del golpe de Estado de 1981, iniciándose la modernización de España y nuestra entrada en el Mercado Común Europeo.
Vosotros sabréis lo que hacéis, después de los pésimos resultados en Galicia, que han vuelto a abrir el debate sobre la pérdida de apoyo de vuestro partido a nivel autonómico, en un año en continua tensión electoral que probablemente confirme vuestro desgaste irreversible en las elecciones autonómicas vascas y en las europeas. No sé si en algún momento vais a valorar la realidad incuestionable de que «el Gobierno de España depende de un secuestrador, un golpista y un prófugo». Vosotros sabréis lo que vais a hacer con la deriva reaccionaria de vuestro partido, sumido en un claro caudillismo de poder orgánico impenetrable. Vosotros sabréis, líderes territoriales, si el liderazgo a cuestionar es el vuestro o es el del amadísimo líder. La búsqueda de «liderazgos transversales» y el «proceso de renovación territorial», dice ahora el payo.
«Si la izquierda seguía por esa senda, no era difícil anticipar lo que podía llegar a suceder, lo que finalmente ha sucedido: la aparición de un nuevo oscurantismo revestido de progresismo, que sustituye los argumentos por la intimidación». Vosotros sabréis si estáis a tiempo de abandonar esa «mirada adolescente» que os caracteriza, en el sentido expuesto por el filósofo Félix Ovejero.
Solo os deseo que no os pase como a Winston Smith, el personaje orwelliano de '1984', que acaba aceptando interiormente que la verdad es lo que el partido dice y no lo que su intelecto deduzca. No olvidéis que «el miedo a la verdad conduce al autoengaño». Pero, vosotros sabréis.