El presidente del Gobierno lanza ahora el mensaje sobre la necesidad de aprobar unas nuevas cuentas públicas para dar una respuesta «eficaz y equitativa» a los afectados de la DANA, como si su aprobación fuera imprescindible para poder hacer efectivas las ayudas anunciadas. El relato de fondo es que, consecuentemente, quien se oponga a los Presupuestos se estaría oponiendo a las ayudas para paliar la catástrofe: «Necesitaremos unos nuevos Presupuestos Generales del Estado. Si había alguna razón para aprobarlos antes de esta DANA y las terribles tragedias que está acarreando en todos los ámbitos desde el punto de vista vital, humano, económico, sectorial, desde el punto de vista social, pues es evidente que el Gobierno de España, si antes decía que no iba a eludir mi responsabilidad de presentar unas cuentas públicas, en esta ocasión esa responsabilidad se multiplica hasta unos límites colosales...»
Y cuando dice que «efectivamente, pediremos el apoyo, espero que podamos tener el apoyo mayoritario de la Cámara para poder tramitar y aprobar unos presupuestos hoy aún más necesarios que ayer», no es que Sánchez esté proponiendo la negociación de los Presupuestos con la oposición a fin de llegar a un consenso aceptable entre todos, simplemente está pidiendo que se vote favorablemente sin discutir el resto de los conceptos de ingresos y los gastos públicos que contienen, por muy opuestos que sean determinadas partidas para los planteamientos ideológicos de la oposición. Votarlos sin más, por tanto, implicaría, por ejemplo, estar de acuerdo con que Sánchez siga con sus políticas con Bildu, con ERC o Junts, aprovechando el drama de Valencia.
No puede pretender Sánchez que la oposición le salve la permanencia con tácticas chantajistas de este tipo. Existen medios extraordinarios para aprobar estos gastos sin necesidad de tener aprobados los Presupuestos. Cierto es que sin los Presupuestos Generales del Estado no se puede gobernar un país y, en todo caso, si fuera cierto también que su aprobación es imprescindible para poder hacer efectiva la ayuda a Valencia, teniendo Sánchez un problema de votos para aprobarlos lo que tiene que hacer es convocar elecciones, llamar a las urnas y que decidan los españoles.
Pero en realidad todo es un relato. El planteamiento inicial, conforme con lo que vengo diciendo es que aparentemente Sánchez da a entender que quiere que la oposición le apruebe los Presupuestos, aunque, conociéndolo como lo conocemos, probablemente no tiene la mínima intención de contar con unos presupuestos apoyados por el Partido Popular en aras a la reconstrucción de Valencia, de tal manera que, en el hipotético e improbable caso de que, por este preciso motivo de salvar a Valencia, Feijoo les diera su aprobación, ya se ocuparía el Gobierno de poner algún bloqueo de argumentario facineroso para que no salieran adelante.
Ya digo, un relato.