Como siempre digo, el fútbol es un deporte que constantemente desafía la lógica. De ahí el dicho de que en fútbol, dos más dos no son cuatro. No siempre gana el equipo favorito, o el mejor sobre el papel, ni el que cuenta con mayores recursos.
Un claro ejemplo de ello es la cantidad de casos en los que los grandes favoritos han caído frente a rivales inferiores, o donde clubes con plantillas plagadas de talento y apoyo institucional se han quedado lejos de sus objetivos a lo largo de la historia. La conclusión es evidente, aunque difícil de entender: a veces, cuando un equipo lo tiene 'todo', más fácil es caer en la trampa de la comodidad, y fracasar.
Y aquí está ese punto en el que entra el CD Toledo. Ejemplo, posiblemente, de club de su categoría con las mejores posibilidades, con una plantilla más que competitiva, un cuerpo técnico totalmente profesionalizado, y un entorno diseñado para maximizar el rendimiento, el único debe quizás sea las instalaciones con las que cuenta.
Todo está dispuesto para triunfar, para conseguir el objetivo. Sin embargo, cuando las condiciones son tan favorables, en ocasiones surge un enemigo invisible: el acomodamiento. Y por muy sutil que parezca, tiene efectos devastadores.
Aquí está la trampa en la que no puede caer el CD Toledo, ni permitir que sus jugadores se acerquen a ese abismo. El acomodamiento no ocurre de la noche a la mañana. Se alimenta poco a poco de la idea de que los objetivos se cumplirán casi por inercia, de que el talento individual bastará para resolver los partidos, cuando la intensidad en los entrenamientos baja, cuando el hambre competitiva es desplazada por la seguridad de que «somos mejores».
El fútbol no perdona la falta de esfuerzo. En el campo, los resultados no llegan solo por tener mejores jugadores, sino por vaciarse en el césped y trabajar más duro que el rival pensando en el presente y olvidándose del pasado, de lo que fuiste, y también del futuro.
El acomodamiento también tiene un componente psicológico: la pérdida de motivación, falta de autoexigencia, el exceso de confianza...
Y llegados a este punto, esta es, desde mi punto de vista, la piedra de toque del Toledo para este recién iniciado año 2025. Es el momento de ser capaces, desde el primer partido al último, de que el hambre de victoria aparezca y se mantenga indestructible día a día en el vestuario, alimentado constantemente por la competencia interna de todos, y la exigencia constante de superación individual y colectiva de la plantilla.
Así, estoy seguro, de que la incertidumbre lógica de este deporte se reducirá al máximo, y el CD Toledo, estará más cerca de regalarse a sí mismo y regalar a esa afición de récord un gran y disfrutado ascenso.