Hablo aquí de Cortes en el sentido clásico de los reinos ibéricos, es decir, como asambleas parlamentarias de origen medieval, que coincide con el actual término constitucional y estatutario. Y de "nuestras" en el sentido de las propias de Castilla-La Mancha. Como Comunidad Autónoma, contamos con poco más de 40 años, pero en el territorio de nuestra región se celebraron reuniones de Cortes desde hace muchos siglos, como ha estudiado detalladamente Francisco Javier Díaz Majano. En la etapa actual, las Cortes siempre se han reunido en Toledo, primero en la iglesia de San Pedro Mártir, donde se reunió primero la asamblea provisional, y luego las Cortes democráticamente elegidas el 31 de mayo de 1983, evento que se conmemora hoy con el Día de Castilla-La Mancha; después en San Servando, y por último en el convento de San Gil, que por el momento se mantiene como sede actual. Este repaso me genera dos ideas: en primer lugar, el sentimiento que me invade cada vez que tengo la inmensa suerte de entrar en la iglesia de San Pedro Mártir -lo que por suerte hago con gran frecuencia-, que es esa sensación de estar en un lugar que ha contemplado tantos hechos importantes en nuestra historia durante los siglos, pero también un acontecimiento trascendental en nuestra más reciente historia como región. La otra idea es que sería interesante construir una especie de tour por los lugares emblemáticos de nuestra reciente historia regional, que aparte de los ya mencionados y otros en Toledo (como el Palacio de Fuensalida, donde se constituyó la Asamblea de parlamentarios con la que inició su andadura el ente preautonómico) incluiría otros como San Agustín de Almagro, la Diputación de Guadalajara, Manzanares o Santa María de Alarcón en Cuenca.
Por supuesto, la historia reciente de nuestro parlamento regional pone de relieve su trascendental papel en el nacimiento y desarrollo de nuestra Comunidad, pues no en vano es imposible hablar de autonomía política sin competencias legislativas, y estas requieren de un parlamento. Pero hay también algún aspecto más polémico, como el de su composición y forma de elección, que en las últimas décadas vienen siendo fuente de polémicas reformas y controvertidos debates. El deseo de un parlamento plural y proporcional, pero también austero, obliga a la búsqueda de equilibrios y consensos difíciles. Hoy parece manifiesto que sus dimensiones estatutarias (entre 25 y 35 diputados) resultan insuficientes para una asamblea que tiene que representar de forma proporcional a más de dos millones de ciudadanos en 5 provincias. Así que hay tarea pendiente que ya viene siendo urgente.