Francisco Javier Díaz Revorio

El Miradero

Francisco Javier Díaz Revorio


La tragedia de Valencia

08/11/2024

Aunque inexorablemente la atención informativa va a ir volviendo a incorporar otros temas y recuperando el pulso habitual, esta semana no puedo dudar que el tema para este texto ha de ser la tragedia de las riadas acontecidas en Valencia y algunas zonas de Castilla-La Mancha. Son muchas las cosas a decir y poco el espacio, así que intentaré ser sintético. En primer lugar, hay que expresar el dolor, la pena, el apoyo, el ánimo y la solidaridad con las personas afectadas, que desde luego debe ir (y está yendo en general) más allá de las palabras, y plasmarse en actos concretos. En segundo lugar, creo que procede señalar que las catástrofes naturales no tienen otra causa que la propia naturaleza, que a veces se muestra inclemente. Pero, en tercer lugar, inmediatamente hay que añadir que a veces en estos supuestos pueden darse responsabilidades políticas, porque en un Estado democrático avanzado han de existir -y deben funcionar- los mecanismos que permitan prever con cierto grado de precisión lo que puede suceder, así como las medidas preventivas cuando se sabe que este tipo de situaciones se pueden dar con alguna periodicidad, y sobre todo medidas inmediatas cuando la situación ya es cierta, inminente, y también desde que acaba de producirse. Eso es lo que suele distinguir la intensidad de los efectos devastadores de este tipo de tragedias, cuando se producen en los Estados desarrollados, con más medios y en los que estos medios funcionan, y cuando se producen en otros lugares que ni tienen esas características.
Por eso es muy triste, en cuarto lugar, constatar que la respuesta dada a la situación presentada en este caso no parece la propia de un Estado democrático desarrollado, sino más bien la de uno en el que rige el caos y la descoordinación. Y en este sentido cabe decir que aunque no haya culpables de la tragedia, sí cabe buscar responsables políticos de que sus efectos hayan sido mayores, y de que la atención y la respuesta se hayan retrasado. Y en quinto lugar, aunque por lo que vamos viendo ha habido varios errores y retrasos, y habrá que determinar las responsabilidades concretas, es inequívoco que ante una catástrofe de esta magnitud, la principal responsabilidad, la primera iniciativa, y la función protagonista y de coordinación corresponde al Gobierno estatal. Algunos han llegado a hablar de que tenemos un Estado fallido, pero Teresa Freixes, con magistral precisión, se ha referido a un Gobierno fallido. Nuestro Estado y nuestro ordenamiento jurídico permiten y hasta requieren que el Gobierno asuma su papel, y eso no se ha producido. Eso es lo sucedido. Y hay que destacar que solo los reyes (únicos a quienes no cabe imputar responsabilidad alguna) han mantenido la dignidad y han dado la cara.