Con el nuevo año, nos llegan, además de los resultados del seguimiento del 2024 y su evaluación, un sinfín de avances de temporada, prospectivas, análisis de tendencias e informes sobre las expectativas de un futuro que ya es presente en enero de 2025. De algún modo tendremos que acotar la realidad, ya que nos cuesta aprehender el conocimiento, si no lo delimitamos previamente en espacios temporales donde no escapen a la imaginación y comprensión humana.
Precisamente, la Comisión Europea acaba de presentar su informe de perspectivas agrarias hasta 2035, basándose en las proyecciones de la OCDE y la FAO que presuponen una evolución relativamente tranquila de los mercados, aunque con tendencia a la volatilidad. Evidentemente no es un pronóstico, puesto que se aproxima más a una simulación, con un entorno macroeconómico determinado y suponiendo que las políticas agrarias mundiales no cambiarán.
También, ha publicado los datos del comercio agroalimentario de la UE que ha mantenido el superávit en 2024, aumentando el valor de las exportaciones agroalimentarias respecto a 2023. Si bien el aumento más significativo se ha debido al incremento del precio de las aceitunas y del aceite de oliva, un 54%, y del chocolate, un 29%, puesto que, paralelamente, ha disminuido significativamente el valor de las exportaciones en muchas categorías agroalimentarias hacia China, un 8%, y Rusia, un 11%, así como se ha reducido el precio de los cereales, cuya exportación disminuyó en valor un 15% y el volumen vendido de vino que disminuyó un 3%. A su vez, las importaciones aumentaron un 11 % respecto al 2023, particularmente por el aumento del precio del cacao, un 57%. Y es que la UE es el principal productor de chocolate del mundo, pero como no produce cacao debe comprarlo en los países productores del Golfo de Guinea donde la cosecha se ha visto muy mermada en los últimos años por la escasa inversión, la demanda de tierra para la rentable minería y, sobre todo, por las extremas condiciones meteorológicas - sequía e inundaciones- derivadas del cambio climático. Algo parecido, aunque no tan drástico, a lo sucedido con las últimas campañas de aceite de oliva en Europa.
Así las cosas y, teniendo en cuenta que la UE es el primer productor y consumidor tanto de aceite de oliva, como de vino y chocolate del mundo, se ha puesto en marcha el Observatorio Europeo del Mercado del Aceite de Oliva, con el fin de promover la transparencia y abordar los retos a los que se enfrenta el sector, y un Grupo de Alto Nivel (GAN) del sector del vino que ya ha pronunciado, al registrase en 2023 el consumo mundial de vino más bajo desde 1996, sus primeras recomendaciones: ajustar la producción a la demanda, flexibilizar las normas para facilitar la comercialización de productos vitivinícolas más acordes con la demanda de los consumidores y favorecer la adaptación del sector al cambio climático.
Sobre el chocolate solo tenemos los primeros resultados de un proyecto de investigación de cultivo en invernadero con éxito del árbol de cacao en Málaga.