El sábado por la noche fui a ver Lumina, el espectáculo de luz y sonido que ilumina la catedral desde el pasado diciembre. Solo la experiencia de pasar 50 minutos recorriendo la Primada de noche y sin hordas de turistas ya vale la pena, pero es que lo que allí te enseñan bien merece el precio de la entrada.
Merece la pena porque ves la catedral como nunca antes la habías visto. Detalles que siempre te habían pasado desapercibidos ahora cobran protagonismo y, en determinados momentos, la vista se vincula con la emoción, aunque no tengas sentimientos religiosos. Ves, por ejemplo, el Barroco en toda su teatralidad en el Transparente de Narciso de Tomé. Por no hablar de la iluminación de los ángeles del coro, simplemente estremecedora.
Pero quizá lo que más me gustó fue la idea de mostrar el patrimonio de otra manera. De noche, con aforo limitado, mediante un espectáculo de luz y sonido… Creo que es un buen camino para poner en valor Toledo y lo mucho que aún no vemos de nuestra ciudad.
En las cervezas de después, la conversación giró en torno a esta idea y, también, de otras posibles alternativas para dar luz a otros espacios o experiencias toledanas. Estas son mis apuestas, más allá del ya tradicional Lux Toledo, que espero se mantenga pese al cambio de color político del Ayuntamiento.
La primera idea que se me pasó por la cabeza fue la de iluminar uno de nuestros bienes patrimoniales más injustamente olvidado: el circo romano. No soy experta en este tipo de tecnologías y entiendo que se necesitaría el apoyo de pantallas u otro tipo de fondos para iluminar el espacio, pero estarán conmigo en que sería grandioso volver a ver correr las cuadrigas por la arena toledana.
Mi segunda apuesta fue el Cerro del Bú, un yacimiento que está dejado de la mano de Dios pese (o quizá sea por ello) a que muestra dos momentos olvidados por la Toledo turística oficial: los primeros asentamientos, allá por la Edad del Bronce, y el Toledo andalusí.
Observar cómo era la vida de estos primeros hombres y mujeres que se asentaron en esta parte del Tajo o ver levantarse de nuevo los bastiones que Abderramán III mandó construir para sitiar a la díscola Toletula, nos ayudaría a completar la historia que nos cuentan de la ciudad imperial.
Y en esta última idea incluyó también a la Toledo visigoda. El otro día me preguntaron qué cuántos edificios visigodos conocía realmente en Toledo. No pude contestar (reto al lector a repasar los que le vienen a la cabeza y a que compruebe si son, o no, realmente visigodos). Es por eso que en este caso me iría a la vecina Melque a arrojar algo de luz sobre esa parte perdida de nuestro pasado. Es lo que tiene que en Vega Baja se planten pinos en lugar de buscar las huellas de aquellos lejanos Leovigildos, Recaredos,Gosvintas y demás.
¿Y cómo serían las procesiones de Semana Santa con el apoyo de este tipo de tecnologías? La mezcla de los cobertizos, la noche, el reflejo de los faroles y una adecuada ambientación podría ser algo difícil de igualar si se hace bien. ¿Se verá?