«Ni los muertos pueden estar tranquilos ya». El alcalde de Lucillos, José Julián Herrera, ha hecho esta amarga reflexión tras conocerse el horroroso acto vandálico cometido en un entorno que debería imponer respeto, el cementerio de su municipio. Un total de ocho tumbas han aparecido profanadas. Mientras el Ayuntamiento ya ha reparado los daños causados por desconocidos en estos enterramientos, la Guardia Civil ha iniciado ya las investigaciones con el fin de esclarecer estos hechos y detener a sus autores.
Según explica el regidor, las tumbas profanadas se encuentran en la parte trasera del camposanto. Una zona donde se encuentran sepulturas antiguas y que, por ello, no es de las más visitadas. El suceso quedó al descubierto a primera hora de la tarde del pasado sábado cuando una anciana, acompañada de dos nietos suyos menores de edad acudió al lugar para ver la tumba de un familiar. Allí, el grupo se topó con una escena macabra. Las tumbas profanadas, de tipo mausoleo y pensadas para contener varios ataúdes de una misma familia, tenían su cobertura de mármol retirada y se habían abierto, dejando al descubierto los féretros. La tapa de los ataúdes que habían quedado a la vista fueron forzadas, dejando restos cadavéricos al descubierto. Los ornamentos de las sepulturas también fueron destrozados por los profanadores durante su acción. «Se ve que usaron las cruces para abrir las tumbas», apunta el alcalde.
El dantesco escenario impresionó sobremanera a los niños, de 10 y 13 años, que salieron corriendo del lugar. «Uno de los muchachos no podía casi hablar», comentaba Herrera explicando el lógico susto que experimentaron los pequeños.
De modo aleatorio. El alcalde señala que en el cementerio se había producido algún episodio de robo de metal de tumbas para su venta como chatarra, que también se ha reproducido en otros camposantos toledanos , pero nunca un acontecimiento de estas características. El edil reconoció que algunos cadáveres habían sido manipulados, presentando uno de ellos su cráneo girado boca abajo. Pero no ha habido que lamentar ninguna sustracción de restos cadavéricos ni de elementos de las sepulturas, aunque estas sufrieron importantes perjuicios. Tampoco se ha visto ningún símbolo o pintada que permita relacionar lo ocurrido a rituales como los del satanismo.
El alcalde señala que las tumbas fueron abiertas aparentemente de una manera aleatoria, al no estar juntas entre sí ni existir ningún vínculo especial entre todos los fallecidos que albergaban. Los difuntos sobre los que se ha efectuado este ataque fueron enterrados hace décadas, salvo uno que fue inhumado hace unos tres años.
Esta acción vandálica ha generado la lógica conmoción en este pequeño pueblo de unos 600 habitantes cercano a Talavera de la Reina. «Todo el mundo se puso a pensar si había afectado a alguien cercano. Y los familiares (de los difuntos de las tumbas) están disgustados», explica el alcalde, que aclara que las tumbas quedaron tapadas ese mismo sábado y han quedado recompuestas posteriormente.