El domingo pasado cambiaron la hora, pero el martes parecía que habíamos cambiado de siglo. Qué apropiado que coincidiera con el día dedicado al terror, las pesadillas, los monstruos… ¡y los chupasangre! No es que le haya dedicado un minuto al evento de la puesta de largo de una manera deliberada, es que las redes sociales te van soltando pildoritas y, al final, sobre cualquier asunto acabas sabiéndolo todo y, a la vez, nada. Por ejemplo, que repartieron pastelitos con no muy buena pinta en Sol; que pusieron un baldaquino en el atrio de la Puerta de los Leones para que luciera más bonito cuando entrara por allí la heredera con la suerte de que ese día no hacía el viento que ayer en Talavera porque el toldito, perfectamente, podría haber arrancado la fachada entera; que había mucha gente esperando en el Palacio de Oriente para ver a la cumpleañera con banderitas, le pedían fotos y quizás besarle la mano; lo que más se ha repetido es que Letizia estaba cabreada, que si nervios, que si le quita el protagonismo su hija, que si una conversación con el presidente en funciones… Esto sí que lo he buscado después deliberadamente, el discurso de Pedro Sánchez. Entre las pildoritas informativas sobre el evento, di con una que ponía el foco en las caras de Felipe y Leonor mientras hablaba Sánchez y a mí también me llamó la atención. Yo pensaba que estas personas de sangre real mantenían las formas siempre, al fin y al cabo, su vida entera son modales y protocolo. Quizás formaba parte de la representación del día y estaba todo medido o, simplemente, ganó la sinceridad y no lo pudieron controlar, pero no asomaba la sonrisa por ningún lado, ni siquiera la de la educación cuando alguien está pronunciando un discurso en tu honor o en el de tu hija. Sobre las palabras que pronunció la protagonista me ha llegado un entrecomillado: "Les pido que confíen en mí". A mí me va a perdonar, pero, ostras, así, de golpe, sin saber qué programa y líneas de actuación piensa llevar el día que tome el testigo de su padre, pues me genera ciertas dudas, la verdad. Además, eso de torcer el morro, cuando habla el presidente de tu país, por muy en funciones que esté, no me parece, no, sobre todo porque a ese señor lo votamos los ciudadanos en unas elecciones y, ahora mismo, no recuerdo haberlo hecho, ni yo, ni ninguno de mis antepasados, para el cargo que ostenta su padre y pretende heredar ella. Siglo XXI todo esto. Imposible un teatro más terrorífico.