De forma recurrente he venido dedicando este espacio a comentar algunos problemas de la justicia constitucional. Espero que mis lectores no se cansen de esta temática, pero es creo que hoy la situación es crítica, y es deber de quienes hemos estudiado el tema destacar el diagnóstico preocupante, y también, en la medida de lo posible y a sabiendas que eso es lo más difícil, proponer reformas o mejoras para salir de esta situación. Estos días se ha llevado a cabo un foro específico bajo el título 'Retos actuales de la justicia constitucional en España' en la Fundación Giménez Abad en Zaragoza, en el que he podido participar junto a estudiosos, expertos, profesionales de la abogacía y letrados del propio Tribunal Constitucional, y aunque haya matices, hay que destacar la coincidencia en señalar que vivimos una situación preocupante para la independencia y fortaleza de la justicia constitucional (más concretamente, del TC), que hay que contextualizar dentro de un proceso más amplio de degeneración institucional provocada en parte por la politización, la polarización y el populismo.
Y aunque esto sea más o menos apreciado por cualquier entendido, es verdad que algunos tienden a restar importancia al problema entendiendo que tanto la tendencia a la búsqueda de la proximidad política en el nombramiento de los magistrados constitucionales, así como el objeto esencialmente político en muchos de los asuntos que ha de resolver el Tribunal Constitucional son problemas 'genéticos' de nuestros modelos de justicia constitucional, han existido siempre y existen igualmente en otros países. Pero aunque esto sea cierto en parte, creo que no debería ocultarnos la gravedad de la situación por la que pasa hoy día nuestro Tribunal Constitucional. Por eso en mi intervención hablé de «los males de siempre, más graves que nunca». Cualquier observador se da cuenta de que, sin salir de España, aunque los partidos políticos (que han estado siempre detrás de los nombramientos realizados por Congreso, Senado y Gobierno) siempre han intentado elegir personas 'próximas', en los primeros años de funcionamiento en Tribunal Constitucional ello no repercutía de forma habitual en una división en bloques del propio Tribunal, ni cuando se producía esa división esta se correspondía de forma cerrada y estricta con los propuestos por uno y otro partido. Hoy, por desgracia, tiende a ser así en cada vez más asuntos, que por supuesto permiten diversas interpretaciones jurídicas, pero en los que esa división en bloques 'políticos' no deja de resultar sospechosa. Así que hoy la independencia del Tribunal Constitucional está más debilitada que nunca. Y procedería ya tomar medidas que intenten revertir esta situación, pero esto queda para otro día…