Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Dos mitos y una leyenda urbana

25/04/2024

El primero es el mito de la Segunda República Española, que empezó de pena cuando el propio Azaña ya manifiesta que «la República será de izquierdas o no será», o cuando Jiménez de Asúa, presidiendo la comisión parlamentaria encargada de elaborar la nueva Constitución republicana, dijo aquello de que «la Constitución es de izquierdas». Luego, la República tuvo seis golpes de Estado en cinco años; el de Sanjurjo en 1932, las dos insurrecciones promovidas por los anarquistas en 1933, el golpe de Estado del PSOE en 1934 y el golpe de Mola, Franco y Queipo de Llano en 1936 que acabó en una guerra civil y en una dictadura de cuarenta años. Un total desastre pese a que la izquierda actual la sigue mitificando, cuando en realidad está repleta de personajes políticos totalitarios con discursos que nunca podrían superar los parámetros mínimos de lo que hoy consideramos propios de un Estado de derecho. Para empezar, la República no fue el resultado de un plebiscito, además, en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 ganaron los monárquicos, y no votaron las mujeres porque Berenguer, que presidía el Gobierno, las eliminó del censo electoral porque las mujeres habían votado mayoritariamente a favor del plebiscito de 1926 sobre la dictadura de Primo de Rivera.
El segundo mito es el mito vasco. Aquí me remito simplemente, como siempre, al filósofo Gustavo Bueno, cuando afirma que «la nación vasca es una invención de la Historia que ha cuajado en la mente de unos fanáticos». Y en la misma línea, Jesús Laínz, con la clarividencia y la inteligencia suficiente para manifestar, sin complejos y motivándolo, que «el nacionalismo vasco es el resultado de patrañas históricas, bíblicas y lingüísticas». 
La leyenda urbana a la que me refiero es la archiconocida 'niña de la curva', esa historia que narra que un hombre va conduciendo por una peligrosa carretera en una noche de tormenta y de repente ve parada en el arcén a una niña vestida de blanco y toda mojada por la lluvia. El conductor detiene su coche y la invita a subir y en un momento del trayecto, cuando están a punto de encarar una curva muy peligrosa, la niña le dice al conductor que tenga cuidado, que es ahí donde murió hace veinte años, desapareciendo entonces sin dejar rastro.
Como vemos, partiendo del pensamiento científico y racional en la consideración del significado más peyorativo del concepto de mito, que lo vinculamos necesariamente a lo fantasioso y a lo religioso, como sinónimo de invento, de ficción o de falsedad, nos encontramos con que la leyenda urbana de 'la niña de la curva' compite sin duda al mismo nivel de ensueño, infundio y timo que el mito de la Segunda República y que el mito vasco.