Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


Kafka, en su centenario. El destino de su obra (I)

09/06/2024

Pese a las innumerables fotos, obras de toda índole, films, reportajes, coloquios o cuadros inspirados en la vida y obra de Kafka, éste sigue siendo un autor inaccesible, misterioso, inexpugnable, un eterno fuera de la ley de la literatura. Hoy día, cien años después de su muerte, en 1924, Kafka es ya uno de los grandes mitos literarios del siglo XX, un mito que sobrepasa y aplasta al hombre.
El escritor checo, objeto de más de 18.000 obras críticas (sin contar las que se prevén este año del centenario) que –en vano, podríamos decir– han tratado de esclarecer el secreto de su obra, no publicó en vida más que un puñado de relatos, fábulas animalistas, o capítulos de novelas. En cuarenta y un años de vida escribió unos cuarenta textos en prosa, tres novelas inconclusas, El desaparecido, El proceso y El castillo y siete relatos largos: La condena, La metamorfosis, En la colonia penitenciaria, Informe para una academia, Primer pesar, Un artista del hambre y Josefina la cantante o el pueblo de los ratones.   
En resumen, de las 3.400 páginas de ficción escritas, tan sólo un 10%, o sea, 340, juzgó Kafka publicables. Su producción vio la luz a instancias de sus amigos, o en revistas literarias destinadas a círculos de lectores selectos de Viena, Praga, Berlín o Munich. Y si el gran público pudo acceder a las obras de quien no dudaba en compararse con una cucaracha o una rata, se lo debemos –como tantas veces se ha dicho– a la desobediencia y a la tenacidad de su ejecutor testamentario, su amigo Max Brod. En una nota de 1921, Kafka le suplicaba quemar todos sus manuscritos, cartas y diarios. Max Brod, en vista de tamaña locura, se negó en redondo. Cuando parecía que las cosas quedarían así, el 29 de noviembre de 1922, volvía a la carga, El veredicto, La metamorfosis, En la colonia penitenciaria, Un médico rural y Un artista del hambre podría conservarlos; el resto a la hoguera.
Por suerte, Brod no sólo desobedeció el deseo de su amigo, sino que, después de su muerte, se entregó en cuerpo y alma a reunir todos los textos dispersos que pudo encontrar. Desde 1920 conservaba personalmente los manuscritos originales de El proceso y El castillo, y a eso añadió los textos póstumos que tenían sus familiares, un libro de esbozos y el manuscrito de La madriguera que conservaba Dora Dymant; quince grandes cuadernos en los que figuraban sus diarios y el manuscrito del Desaparecido,  en poder de Milena Jasenska. Y, finalmente, su amigo Robert Klopstock le hizo entrega de algunas notas del diario, unas decenas de cartas y el manuscrito de Josefina. 
  Con ese filón y el convencimiento de hallarse ante la obra de un genio, puso todo su empeño en hacer de Kafka un autor de fama internacional. Con ese fin publicó, en 1925, El proceso, un año más tarde, El castillo, y, en 1927, América. Dio a la luz, a continuación, una serie de relatos inéditos, precedidos de introducciones entusiastas de Gide, de Thomas Mann y de Hermann Hesse. Su nombre empezó a sonar en Francia e Inglaterra. Pero fue en 1934 cuando la editorial Schocken de Berlín obtuvo los derechos mundiales sobre la obra de Kafka y aceptó publicarla en seis volúmenes completos.
La posteridad parecía asegurada, pero la llegada del Tercer Reich supuso un durísimo golpe: Kafka fue uno de los primeros autores prohibidos por el régimen nazi. Por suerte, una vez más, la intervención de Brod fue decisiva, ya que, en marzo de 1939, la víspera de la invasión de Praga por las tropas alemanas, éste lograba salir de la ciudad con los manuscritos y ponerlos a salvo en Tel-Avid. En 1956, durante la crisis del canal de Suez, los manuscritos llegaron a Suiza y, en 1961, fueron transferidos a Oxford, donde hoy pueden ser consultados. 
A su muerte, en 1968, Brod había logrado publicar todos los textos reunidos en 1924. Para entonces la obra de Kafka había alcanzado la celebridad, y el 1 de enero de 1995, 70 años después de la muerte del autor, su obra, ya de dominio público, se convertía en una de las más traducidas y editadas del mundo.