Estaba tan tranquilamente tragándome un Denver Lakers en la tele, por eso de que el médico me ha recomendado "empezar con el Deporte, que ya tenemos una edad", cuando me ha asaltado un fatídico guasap: "este año nada de regalos que es un lío, hay amigo invisible, te ha tocado (nombre omitido por la Ley de Protección de datos) y tiene que estar en dos días".
El horror. Si ya es traumático regalar cosas por obligación y más a gente que ya lo tiene todo y siempre te dice " lo que tu veas, no hace falta, con cualquier detallito ", a los que encima si les insinúas darles dinero para que se compren algo te miran con cara de " maldito descastado, por quien me has tomado", le unimos el que te toque un cuñado del que tienes un recuerdo borroso de sus gustos porque siempre desconectas cuando te habla o, lo que es peor, un compañero de trabajo con el que no has intercambiado palabra en tu vida… la suerte está echada.
Porque luego pasa lo que pasa, que si le regalas un par de guantes a un manco, un casco a alguien que no sabe montar en bicicleta o el último libro de Pedro Sánchez a un concejal de Vox.
Por no hablar de las competiciones para que la cosa no derive en potlatch del Pacífico o en fiesta de pedida en la casa de la Preysler, que hacen que ya para siempre quedes marcado como el pobre del Plácido de Berlanga que han invitado a cenar por Navidad… por no mentar esa sensación de infinito desamparo cuando notas que se ha se filtrado que eres tú el amigo invisible del que organiza el evento, y ves por el rabillo del ojo cómo algunos se le acercan disimuladamente con cara de pésame.
Si ya de por sí son duras las Navidades por aquello de la nostalgia, los que no están, las cenas y comidas pantagruélicas, la oda al alcoholismo y el colesterol en la que se ha convertido ese invento del demonio que mata más personas que las tardes de los domingos llamada tardeo, ¿por qué nos rematan con estas competiciones malsanas llamadas amigo invisible, que solo sirven para crear enemigos visibles y hacerte pasar unos días malos antes y después, y un rato peor mientras se abren los regalos, que parece que estamos abriendo las notas de la EVAU?
La Navidad se supone que son días para engordar, que también los gimnasios tienen que comer en enero, y pasarlos con la mayor dignidad posible en compañía de nuestros seres (algunos queridos, otros menos y viceversa). Así que yo abogo ingenuamente por evitar situaciones de embarazo no deseado y de conflicto, que para eso ya tenemos el día a día.
Solo me queda desearles Feliz Navidad y que si alguno de ustedes ha tenido el infortunio de que le haya tocado de amigo invisible no me lo tengan muy en cuenta. Paz y amor.