Coronada por bula pontificia

J. Guayerbas
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Ayer se cumplieron 50 años de la coronación de la Virgen de la Salud de Santa Leocadia. El párroco de entonces, Eusebio Ortega Ayuso, impulsó este acto de fe y devoción

La Hermandad de la Virgen de la Salud siempre estuvo ligada al milagro obrado por la imagen en 1614, año de la muerte de Doménikos Theotocopoulos, El Greco. Cuentan que gracias a su protección los feligreses de Santa Leocadia y los soldados del tercio de Morados Viejos que se encontraban enfermos en el caserón del Nuncio Nuevo sobrevivieron a la peste.

La tradición dice que al pasar la imagen en procesión hacia el Convento de San José de las Madres Carmelitas, quinta fundación de Santa Teresa de Jesús, los soldados se curaron. Desde entonces, la Virgen recibió la advocación de la Salud dejando atrás su nombre primitivo, de la Rosa.

El milagro y la historia pasaron de generación en generación. En 1914, para conmemorar el III Centenario del hecho milagroso, la hermandad organizó una serie de actos que sin duda marcaron un antes y un después en el paradigma devocional de la Salud de Santa Leocadia, incluso con el capellán mayor de Reyes del Cabildo primado, Francisco Frutos Valiente, como predicador del centenario.

En las décadas siguientes la devoción fue a más. El contexto histórico de los años 60 del siglo XX propició que por petición del párroco de Santa Leocadia, Eusebio Ortega Ayuso, el cardenal y arzobispo primado, Enrique Plá Deniel, elevara a Roma el deseo expreso de la ciudad para ver coronada a la Virgen de la Salud.

La coronación canónica fue concedida por Bula Pontificia rubricada en San Pedro del Vaticano por el Papa Pablo VI el 19 de diciembre de 1963, primer año de su pontificado.

De esta forma, la Hermandad de la Virgen de la Salud comenzó a trabajar en la coronación otorgada por el beato Pablo VI con la formalización de la Junta Pro Coronación presidida por el párroco y la colaboración de varios hermanos, como Manuel Espinosa Martín, José Vicente Riesco Alonso, Emilio Martínez Montes, Fernando Aparicio Ortega, José María San Román Gómez Menor y Victoria Martín de Esteban Infantes.

Tal día como ayer hace 50 años el obispo auxiliar, Anastasio Granados García, coronaba a la Virgen en el altar efímero instalado en la Puerta de Reyes de la Seo Metropolitana. Para esta ocasión la hermandad adquirió un manto de terciopelo verde con bordados en oro y plata del taller de las Adoratrices, que se enriqueció con 400 perlas, 40 esmeraldas, 20 rubíes, 16 zafiros blancos y 4 topacios. Piedras preciosas donadas por los devotos y fieles toledanos.

El orfebre local Jesús Aparicio Morales fue el encargado de labrar la corona rematada con una cruz de oro cuajada de rubíes y esmeraldas sobre una esfera de marfil.

El pontifical de coronación fue retransmitido por Radio-Toledo. La Banda de Música de la Academia de Infantería intervino en la celebración, así como los seminaristas y numerosas autoridades. Una vez coronada, la plaza del Ayuntamiento rompió en una ovación y el estruendo de las bombas reales se entremezclaba con el tañido de las campanas de la Catedral.

Debido a su estado de salud, el cardenal arzobispo se dirigió a los fieles desde el balcón central del Palacio Arzobispal para impartir la Bendición Apostólica concedida por Pablo VI, tal y como anunciaba minutos antes el obispo auxiliar dando lectura a una carta remitida por el cardenal Cicognani, Secretario de Estado de Su Santidad.

La Virgen de la Salud regresaba a la Parroquia de Santa Leocadia en una procesión triunfal a la que no faltaron los padrinos de la coronación: Julio San Román Moreno, presidente de la Diputación, y Teresa Prat de Colomer Marqués, esposa del Gobernador Civil.

De esta forma, Toledo cuenta con una devoción mariana coronada canónicamente por bula pontifica rubricada por un Papa beatificado, Pablo VI. Un hombre «gran devoto de María» como dijo el Papa Francisco en la ceremonia de su beatificación en octubre de 2014.