Francisco Javier Díaz Revorio

El Miradero

Francisco Javier Díaz Revorio


El remordimiento

19/04/2024

He trabajado el tema de la dignidad humana y, no sé si porque uno va evolucionando, porque los avances en inteligencia artificial -entre otros- lo ponen cada vez más difícil, o un poco por todo, cada vez me parece más difícil trazar las fronteras de lo que consideramos "ser humano", presupuesto indiscutible de la dignidad. Para intentar perfilar esa definición, que se antoja bastante necesaria para entender todo nuestro sistema de derechos, suelo tomar como referencia o inspiración la concepción dobletriádica de Robert Alexy. No es posible explicarla aquí con rigor, y además este espacio no solo va dirigido a juristas, pero con las adaptaciones necesarias podría apuntar que se trata de definir como características humanas la inteligencia, el sentimiento y la autoconsciencia, y dentro de esta última aparece una segunda triada que englobaría la autoconsciencia o reflexividad cognitiva, volitiva y normativa. Pues bien, parece claro que hoy en día ni la inteligencia nos separa de la inteligencia artificial, ni el sentimiento de los animales, y tampoco es claro que la reflexividad cognitiva sea exclusiva del ser humano (hay simios que se reconocen en un espejo, por ejemplo). Nos quedaría la reflexividad volitiva y la normativa, pero como parece que estamos en el proceso de "enseñar" a la IA a tomar sus propias decisiones de forma cada vez más autónoma… se diría que, cada vez más, la autoconsciencia normativa puede ser la última frontera de lo humano. 
Podemos transmitir a una IA o a un robot lo que nosotros creemos que está bien o mal, pero eso no bastaría para su reflexividad normativa, ya que esta "implica el enjuiciamiento bajo el aspecto de la corrección", de manera que "el individuo es así su propio tribunal", según Alexy. Aunque la IA pudiera "autoevaluarse" de algún modo, no sale de ella de forma autónoma ese enjuiciamiento. En términos simples podríamos afirmar que podría "saber" que ha hecho algo mal, e incluso "reconocerlo", pero nunca tener remordimientos por ello. Lo mismo vale para animales adiestrados, que hacen lo que es "bueno" o dejan de hacer lo que es "malo" no por una consideración autónoma, sino porque así se lo transmitimos. Sería el "malum quia prohibitum" de los escolásticos. Es así como tal vez el remordimiento (o quizá la capacidad de sentirlo, porque siempre puede haber supuestos patológicos en los que falte absolutamente) es lo que nos haría específicamente humanos. Aunque no coincidamos en lo que creemos que está mal, todos nos hemos arrepentido alguna vez de algo. La idea sería coherente con la narración del Génesis, entendiendo que el primer pecado, que nos hizo salir de la inocencia, nos hizo también realmente humanos. Puede ser una definición un poco deprimente de lo humano, y tampoco se atormenten mucho, pero… yo creo que por ahí va la cosa.