Nos dicen los proverbios y si cabe, los fundamentos de reflexión, que el agua es proveedora de estabilidad y armonía; que es vital porque está en todo lo que tiene vida y que el agua nos limpia. Y cuando releo estas frases, me siento especialmente mal al aplicarlo –no tanto a la sequía y sus malos usos de aprovechamiento, que también- y sí, especialmente, sí, a la situación que viven miles y miles de hombres, mujeres y niños en la Gaza incendiada, bombardeada, masacrada, por los ataques israelíes.
¿Por qué tanta guerra? En Asia, en Europa, en América, en África, en todos los lados, la guerra es imperecedera, es brutal, es indigna porque es guerra y no debería de suceder. Nos decía Michael Walzer que hay guerras justas y guerras injustas; y yo digo que todas son injustas, porque el poder no debe prevalecer sobre los débiles, los más infortunados, los menos ricos, los necesitados. Qué más me da, que las cuestiones que se aborden sean religiosas, sociales, económicas o simplemente de poder. Que podemos decir de esa ética en situaciones de emergencia y terrorismo. Cómo aplicar ese uso correcto de las fuerzas armadas, o cómo imaginar las multinacionales dedicadas al armamento o a las medicinas, sin trabajo o sin sus ganancias millonarias. Si apoyamos la guerra, donde está la perspectiva moral del individuo.
Por eso, los ataques terroristas de Hamás y la situación de defensa o 'venganza' israelí, se podría contemplar en producto moral cuando utilizamos como escudo a la población civil, la única que no tiene culpa alguna de las decisiones de esos locos engreídos, enfermos y autoritarios, prepotentes y necios.
Y dónde está esa agua, necesaria y vital para la supervivencia. Esos miles de habitantes –civiles- de la franja de Gaza, expuestos a la supervivencia falsa cuando no tienen el suficiente alimento o la gran escasez de agua, como medida de vida.
Gaza se muere de sed. Es justo, en un mundo de siglo XXI, que los ciudadanos –hombres, mujeres y niños- solo tengan tres litros de agua al día porque otro país dominante –en este caso Israel, como podía ser otro cualquiera- bloquee el suministro y la energía para mantener el funcionamiento de las instalaciones de abastecimiento y distribución y así, demostrar su capacidad militar, su poder, su "venganza" ante el terrorismo por el injusto ataque recibido. El mundo está loco y lo más triste, es que creo que sin remedio.