Los ladrones y los corruptos siempre me han dado mucho asco, militaran en el partido que militaran.
Siempre he defendido, como principio esencial de cualquier estado de derecho y realmente democrático, el individual derecho a la presunción de inocencia, sea el 'sospechoso' del partido que sea.
A día de hoy, los Koldo, Ábalos, Armengol, Torres, Cerdán y Sánchez de turno son inocentes (y lo seguirán siendo hasta que la hipotética sentencia -que les pudiera llegar a condenar- sea firme).
Por eso, viendo por un lado como la oposición se ceba, muerde y desgarra a 'presuntos inocentes' (como hicieron y hacen los contrarios y, por tanto, convirtiéndose en lo mismo y desaprovechando la ocasión de oponer elegancia, decencia y honorabilidad a la ruindad presuntamente delictiva del adversario) y, por otro, ver cómo el Gobierno y su partido pretenden tapar el posible caso endosando la responsabilidad al 'paganini' de turno, usarlo como dique de contención para evitar la asunción de responsabilidades políticas de los realmente responsables y hacer comparaciones del caso en cuestión con otro investigado judicialmente y archivado reiteradamente (caso del hermano de Isabel Díaz Ayuso), me lleva a concluir que la política española actual tiene mal remedio y coincido con Emiliano García-Page cuando, dice que «no hay salida» refiriéndose a su propio partido.
España no merece esa clase de políticas ni este tipo de políticos.
Otro día triste para la democracia española.
La política sin decencia no es política, es «resistencia egoísta de manual».
No creo que Ábalos vaya a 'tirar de la manta' pero sí quiero pensar que -con este asunto- se ha cruzado la línea del principio del fin de una etapa aciaga y lamentable para nuestra democracia que se inició hace ya 20 años con un tal ZP.
Urge recuperar el respeto al ciudadano, abandonar las sobreactuaciones y cesar fulminantemente al político adicto a las fotos y a las redes y alérgico al trabajo y al compromiso con el servicio público.
De nosotros depende.