Antonio Cambronero es un ganadero de ovino manchego de toda la vida con explotación en Tarazona de la Mancha, en Albacete. Representa la tercera generación en el oficio y en su pueblo es muy conocido, igualmente en la comarca, por su buen hacer, su buen carácter, su bondad, aunque en el conjunto del sector sea uno más.
No sé si a su pesar, pero sí que sin quererlo ni imaginarlo, es hoy un rostro muy popular en el submundo de Facebook, X y Tik-Tok, al compartirse y viralizarse un mensaje suyo muy emocionante que trascendió de una entrevista para "El Campo" de Castilla -La Mancha Media (CMM).
En pocos minutos saltó la reja burlando el algoritmo comercial de todas las redes sociales y colándose -insisto que involuntariamente- en el muro de varios miles de personas de todo el país. Más de dos millones de followers han visto el vídeo y sigue multiplicando reproducciones.
Con mucha humildad intentó explicar el duro sacrificio que representa el oficio de ganadero y pastor, y por buscar un ejemplo que todo el mundo entendiera, destapó un secreto familiar probablemente ya indultado. Con el dolor de haber perdido a su padre (su antecesor) este mismo mes de julio, se abrió en canal para decir que por culpa del trabajo, nunca pudo asistir al parto de sus dos hijos, aunque sí al de la mayoría de las ovejas.
Y sin poder contener las lágrimas y la congoja -no porque tuviera un pesar que ya sería irreparable-, intentó decir así que quien apueste por la ganadería debe saber que comporta una entrega sin igual y un amor por el rebaño que no se enseña en ninguna escuela de pastores, ni en ningún curso de bienestar.
Ese momento inocente en el que se derrumbó ante las cámaras con tanta generosidad ha logrado captar la atención de media España, al mostrarse como es, con la sinceridad de un hombre que ama su trabajo, aunque a veces no pueda controlar los peajes que conlleva atender bien el negocio.
Sin embargo, lo que verdaderamente quería decir Cambronero es que el oficio tiene futuro si todos ponen de su parte a lo largo de la cadena alimentaria. No solo el ganadero, sino también la industria, la distribución y el consumidor.
Porque su historia es la de infinidad de personas que, a lo largo de varias generaciones, han logrado mantener viva la actividad produciendo leche, quesos y carne, muchas veces perdiendo dinero, y otras tantas ganando lo justo, sin propósito desde luego de enriquecerse con un par de ordeños diarios, o infinidad de horas de pastoreo, sino de vivir y mantener la tradición que mamaron de sus padres.
Antonio contó que la oferta que ha recibido de la industria para renovar contrato en agosto vuelve a bajar, y asegura que con esos precios difícilmente puede subsistir. Con rabia, cierto reproche y mucha duda porque hace menos de un año esas empresas lácteas animaron a incrementar la cabaña por falta de materia prima, se pregunta ahora si es que sobra.
Lo peor es que tendrá que tomar una decisión tan dolorosa como la de elegir entre el paritorio y el redil de sus ovejas. Porque a la vuelta del verano, no tiene compromiso de recogida. Pero esto ya no lo cliquea nadie.