Que el río Tajo a su paso por Toledo amanezca con espumas hace tiempo que dejó de ser novedoso, ni de buen gusto, pero durante los primeros días del año ha vuelto a ser algo común en su paisajística. Las causas que provocan esta evidente muestra de contaminación todavía no están claras.

Durante los años que este fenómeno se viene produciendo, en algunas ocasiones se ha vinculado que pueda causarse como consecuencia de las bajas temperaturas, debido a que dicen que las variaciones en los fosfatos generan estos episodios. De igual modo que han surgido corrientes que negaban lo mencionado, alegando que las espumas surgen a lo largo de todo el año, independientemente de si hace frío o calor.

El caso es que esta situación puede obtener mayor luz en un breve período de tiempo, ya que la Cátedra del Tajo UCLM-SOLISS prevé ofrecer nuevas conclusiones al respecto después de meses de investigación. Su directora, Beatriz Larraz, reconoce que han entrado ya en la fase final de este estudio y avanza que «sabemos más o menos por donde puede venir la problemática gracias a varios indicadores indirectos».

Hasta que se conozcan dichos resultados, Larraz no valora esas posibles causas, pero se desmarca de una vinculación con las bajas temperaturas porque «haría falta un estudio más exhaustivo para comprobarlo», aunque no cree que sea un factor determinante. 

Sea cual sea el causante principal, lo que parece ser un hecho evidente es que se producen por varios factores de contaminación.