Nada podría compararse con la sidra. Para ser más precisos, nada puede compararse con la sidra asturiana natural, que no es exactamente la de 'El Gaitero', aunque esta también sea asturiana. O, ya para ser del todo exactos, nada se compara con la sidra natural asturiana consumida en el momento, en el lugar y la compañía precisos. No es solo el sabor, aunque desde luego, cuando se hace bien, con esmero y cuidado artesano, se logra un verdadero néctar de dioses. Pero es también el proceso, desde la elaboración al consumo, que no puede hacerse de cualquier manera ni en cualquier modo. El correcto escanciado es toda una ciencia, aunque a la vez (y mucho más) es un arte. Es, por supuesto, una tradición profundamente arraigada, pero todo tiene su explicación: desde el grosor del vaso, hasta la forma de cogerlo y de coger la propia botella, la distancia entre ambos o el lugar exacto en el que debe romper la sidra, sin olvidar el sentido que tradicionalmente tenía el arrojar un poco de la sidra por el lugar en el que se ha bebido. Por eso siempre es mejor un adecuado escanciado «humano», que los que hacen las máquinas. Pero lo más importante es, por supuesto, compartirlo en un llagar o en otro lugar adecuado, pues la sidra asturiana es, sin duda, una maravillosa forma de compartir con los amigos y de hacer otros nuevos. No hay que pasarse, así que una botella para una persona puede parecer mucho; dos para dos está bien; cuatro para cuatro empieza a ser poco… Y es que, en el contexto adecuado, la sidra es la verdadera «poción mágica».
Así que, la verdad, aunque siempre he sido muy reacio a la utilización abusiva del término «cultura», en este caso me parece perfectamente adecuado que la UNESCO haya decidido declarar 'Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad' a la cultura sidrera asturiana. Porque una de las acepciones de cultura es la de «conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.», y es difícil imaginar algo que identifique mejor a Asturias que ese proceso de la sidra. Es una costumbre, y también un modo de vida, incluso un modo de entender la vida. Es, mucho más que una bebida alcohólica (de muy baja graduación) el alimento que no puede faltar en cualquier reunión asturiana. Hay todo un vocabulario de la sidra, empezando por la palabra «espicha». Así que los lectores interesados en la cultura asturiana retengan estas reglas muy básicas: 1) la botella de 'El Gaitero' no es sidra natural; 2) el «culín» no se bebe «a sorbinos», sino siempre de un trago y antes de que la sidra pierda la fuerza; 3) el vaso de sidra no es «el vaso de cubata» (como mucho sería al revés); y 4) jamás se rechaza una sidra o una invitación a una espicha.