igarciavillota@diariolatribuna.com
«Nos han llamado a las diez de la mañana desde la Consejería de Agricultura para decirnos que el sacrificio se iba a producir a la una y media del mediodía en la perrera de Numancia, donde ‘Pipo’ está en cuarentena. Por eso hemos venido corriendo hasta aquí para evitarlo». Así nos lo contaba ayer Tamara de Prado, la presidenta de Apadat, a las puertas del inmueble, donde cerca de una veintena de miembros del colectivo se concentró a la espera de la llegada de algún veterinario o personal de la Consejería.
Sin embargo, pasó la hora fijada y nadie llegó hasta la perrera, situada a las afueras de la localidad sagreña. De hecho, trabajadores del servicio, así como fuentes de la Consejería, confirmaron que el sacrificio no se produciría ayer.
Sin embargo, también aseguraron que seguirán los pasos que marquen los servicios técnicos y los resultados veterinarios. Y es que, el animal no ha generado los niveles de anticuerpos contra la rabia que marca como mínimos la Organización Mundial de la Salud Animal (OMSA).
Por tanto, la Consejería de Agricultura se ceñirá estrictamente a la normativa y a los resultados de los análisis, mientras Apadat reclama «más tiempo» para ver si la vacuna surte el efecto deseado y ‘Pipo’ puede seguir adelante, ya que «lo más probable es que no esté contagiado».
La mañana de ayer hicieron ‘guardia’ a las puertas de la perrera, y recibieron la visita tranquila de la Policía Local, con camisetas con un lema que demuestra su indignación por el caso: ‘No tenemos rabia, pero estamos rabios@s’. No en vano, Apadat considera que Agricultura busca una «cabeza de turco» para mitigar la «alarma social» generada. Algo así como el refrán ‘Muerto el perro se acabó la rabia’.