Estos últimos días, España al completo ha sido testigo de la falta de capacidad de dialogo que personas e instituciones de todo tipo son capaces de demostrar. Decisiones unipersonales como la del ministro de Cultura Ernest Urtasun Doménech, eliminando el Premio Nacional de Tauromaquia que se instituyó a principios de siglo por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Y lo anunció sin previo aviso ni consulta alguna. Luego llega la vicepresidenta y ministra de Trabajo Yolanda Díaz Pérez y en una muestra de capacidad de dialogo social, vuelve a adoptar un acuerdo que afecta al sistema de retribución de personas en paro, contando solo con los representes de los sindicatos y dejando fuera a los de la Patronal. Y para no dejar solo ejemplos en los miembros del Gobierno actual, llega el BBVA en su proceso de posible acuerdo de fusión con el Banco Sabadell, y se lanza a una OPA en una semana que aglutina opiniones en su contra. Y repasemos los motivos, si es que los hay. Eliminar el Premio de Tauromaquia aceptando los principios de los sectores que están en contra del mundo de los toros, puede que tenga algo de justificación ante este sector, pero, un ministro, lo es de todos los ciudadanos y un poquito de templanza y delicadeza no hubiera estado mal. No creo que vaya a pasar a la Historia por su buena gestión al frente del ministerio, ha tenido suficientes manifestaciones referidas al mundo de los museos que le deja tocado para lo que le reste de mandato. Respecto a la modificación del sistema de atención a las personas en paro, es obvio que algo debía hacerse para atender situaciones de marginalidad y que, al mismo tiempo, incentivara la incorporación al mercado de trabajo, pero, ¿tan difícil es conseguir sentar en una misma mesa a las Centrales Sindicales y a CEOE? Al principio de su mandato, Yolanda Díaz presumía de haberlo conseguido, pero lleva un tiempo que ha dejado de lado todo principio de acuerdo. Y lo del BBVA con el lanzamiento de su OPA hostil al Banco de Sabadell, en la semana previa a las elecciones catalanas, es de una inoportunidad total. Claro está, que podían estar otros movimientos de posibles fusiones del Sabadell con otra entidad que hubiera hecho imposible la operación que el BBVA quería. Los bancos, se quiera o no, se deben a sus accionistas en primer lugar, y dejar pasar una oportunidad no hubiera sido lo más acertado. Ya veremos quién gana en este combate. En fin, que un poquito de paciencia y mucho de capacidad de diálogo, así como más explicaciones sobre el por qué se hacen determinados movimientos, no vendría mal.