Han sido cuatro años inolvidables. Nunca me hubiera imaginado, ni en el mejor de mis sueños, que estos cuatro años me hubieran permitido vivir momentos tan llenos de humanidad, de generosidad, de solidaridad, de tantas cosas buenas…
Negar que ha habido momentos duros y desagradables sería faltar a la verdad pero, en ningún caso, esos 'ratitos' difíciles harán que mi recuerdo de estos cuatro años sea, como es, maravilloso.
Nunca olvidaré los días de las famosas Filomena y Hortensia, en los que comprobé personalmente algo que ya presumía: los toledanos somos gente especial. Ver cómo padres e hijos (que habían salido a ver la extraordinaria acumulación de nieve en Toledo) nos 'quitaban' picos y palas para ayudar a abrir pasos en la nieve y el hielo para que vecinos -a los que no conocían- pudieran salir a hacer la compra o a sus trabajos -mientras, nosotros descansábamos un rato- o ver el ejemplar comportamiento de los toledanos durante la maldita pandemia de la Covid-19 no tiene precio (y ello pese a la manifiesta inconstitucionalidad de los sucesivos estados de alarma…). No lo olvidaré jamás. ¡Muchas gracias a todos!
(Mi recuerdo para todos los que no pudieron ganar esa batalla).
Me hubiera gustado poder aportar mucho más pero el oscurantismo, el secretismo y la total falta de transparencia no lo permitieron. Eché de menos que la buena sintonía personal que mantengo (y mantendré, si ellos quieren) con la práctica totalidad de los concejales de esta legislatura se hiciera hueco en las distintas comisiones en las que he participado durante estos años. No pudo ser.
Sinceramente, espero que los que lleguen tras las elecciones tengan mejor suerte y, entre todos, sean capaces de encontrar las soluciones y el consenso que Toledo necesita.
Ahora llegan momentos de tensión. De absurda tensión, diría yo. Servir a tu ciudad no puede suponer desasosiego sino, por el contrario, debería ser, como para mí ha sido, un privilegio, un honor, una suerte. No sé si para alguien sean momentos de intranquilidad (pues es cierto que los hay que viven en una continua zozobra en su lucha por la supervivencia). Para ellos también mis mejores deseos.
Soy de la opinión de que, en todo lo relacionado con nuestra forma de vivir, tiene que haber un término medio. Ahí radica la verdadera razón de ser: esa justificación que nos hace virtuosos, entendiendo que, ello en sí, constituye el motivo y fundamento de nuestras vidas. En todo lo que queramos hacer y lograr, en el término medio está la virtud para que nuestro raciocinio actúe correctamente, es decir, para que obremos y realicemos nuestros actos en libertad y en conciencia.
Nadie conoce lo que le deparará el futuro pero es bueno conocer el pasado y el presente como mejor forma de preparar el mejor de los futuros.
Pido públicamente disculpas a todos los que haya podido herir o no atender como, sin duda, merecían. Lo lamento de verdad.
No podría empezar estos agradecimientos por alguien distinto a Claudia Alonso pues fue ella quien me propuso acompañarla en su candidatura. Muchas gracias, Claudia por darme la oportunidad de trabajar por y para los toledanos.
Gracias a todos los medios de comunicación por el trato recibido (incluso cuando obvian u omiten presencias o intervenciones. A todos).
Gracias, gracias y mil veces gracias a todos los toledanos por el trato que me han dispensado en estos cuatro años. Años en los que he tratado de estar a su lado, de escucharles, de ayudarles en la medida de mis posibilidades que, dicho sea de paso, no eran muchas. No podría poner sus nombres pues siempre me dejaría injustamente a alguno.
Gracias a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (Guardia Civil y Policía Nacional); a la Academia de Infantería; a la Delegación de Defensa; al Parque de Bomberos de Toledo; a la Policía Local de Toledo; a las asociaciones de vecinos; a las asociaciones culturales de la ciudad; a todas las asociaciones especializadas en la atención de personas con diferentes necesidades y capacidades (permítanme que aquí cite a mis amigos de Down Toledo) todas fundamentales en nuestra ciudad; a los empresarios y comerciantes; al Arzobispado y a la Catedral; a los funcionarios de todas las administraciones, en especial a los de 'la casa' que tanto me han 'soportado'… He aprendido muchísimo de todos y cada uno de ellos. Gracias.
Gracias a los maravillosos clientes (muchos ya amigos) de mi despacho por 'consentirme' todo lo que me consintieron. Os lo agradezco de corazón y, públicamente, os pido disculpas por no haber podido, en ocasiones, estar aún más cerca de vosotros.
Gracias a mis amigos por seguir estando ahí. Os he sentido siempre muy cerca.
Gracias a mi madre y a mi hermano (con un recuerdo emocionado para mi padre) por soportarme estos años. Os quiero mucho. Gracias. (¡Madre, sigue peleando! Volverás a pasear por "tu" calle ancha).
Gracias a mi mujer y a mis hijos por aguantar mis ausencias, mis frustraciones cuando no conseguía ayudar a alguien. No es por presumir pero son los mejores y lo mejor que me ha pasado en la vida (y, justo después, viene lo de haber sido concejal de mi ciudad, de Toledo). ¡No cambiéis nunca! Os adoro.
Deseo de todo corazón que la próxima legislatura sea ésa que se estudie como aquella en la que se definió qué quiere ser Toledo de mayor; sea en la que se asienten las bases del Toledo de nuestros hijos y nietos; en la que se fijó un rumbo consensuado de nuestro querido Toledo; en la que se superaron los personalismos y se pusieron los cimientos fuertes para nuestro crecimiento cultural, económico, social, urbanístico, deportivo, participativo… Un futuro participado por todos y no por unos pocos. Un futuro sin sectarismos, transparente, decidido y valiente, en el que prime el interés general y nos olvidemos de las ocurrencias y las improvisaciones -como nos olvidamos de los malos sueños-. Toledo lo merece. Toledo lo necesita.
Como decía al principio, ha sido un honor, un privilegio y una suerte.
¡Gracias¡